Antonio Sevilla Morales

Cazalla de la Sierra
Sevilla

Antonio Sevilla Morales, conocido por el apodo de El Pipa, nació en Cazalla de la Sierra un 18 de Febrero de 1905. Hijo de Antonio Sevilla y Purificación Morales quedó huérfano de ambos siendo aún niño. De esos primeros años de infancia y juventud son pocos los datos que conocemos, tan solo que fue recogido y criado junto a sus hermanos por la familia de Gonzalo Medina Soriano. Cuando a mediados de la década de los años veinte se organiza en el pueblo el Sindicato Único de Trabajadores del Campo, adscrito a la Confederación Nacional del Trabajo, se afilia al mismo y, aún cuando nunca ocupó cargos directivos en dicha organización sabemos, por ciertas referencias documentales, que tuvo una vida activa dentro del movimiento sindical de la época. Meses antes de la llegada de la II República casó con Carmen Ruiz, con quien tuvo una hija. En el Padrón Municipal de Habitantes de 1932 consta que por aquellas fechas vivía con su mujer e hija en el nº 2 de la calle Manuel Cabrera, trabajaba de jornalero y sabía leer y escribir.

El 4 de Agosto de 1936, un día antes de que las tropas golpistas del comandante Carranza atacasen Cazalla, harto de las continuas tropelías que de forma arbitraria y cruel venía cometiendo en la población, aprovechando el caos de la situación que se vivía, un individuo a quien apodaban El Legionario, -no sabemos si por decisión propia o por orden de quienes estaban al frente de la gobernación en aquel momento-, acabaría, tras tenderle una emboscada en las afueras del pueblo (al parecer en la zona del Moro), junto a dos jóvenes compañeros de las Juventudes Libertarias, con la vida del mentado individuo. De la certeza del hecho tenemos constancia por el informe que el Jefe local de Milicias, Manuel García, remitió, el 22 de Octubre de 1939, al presidente de la Comisión Gestora del Ayuntamiento, poco después de que éste le solicitara los pertinentes informes político-sociales al respecto de Antonio. En el susodicho informe se puede leer que a los pocos días de ser ocupada la localidad por las tropas de Franco, el entonces Comandante Militar de la plaza, Emilio Durán, «al informarse del proceder del citado Antonio Sevilla entregó a un hermano suyo un salvoconducto para que pudiese regresar libremente a la población».

Por ese mismo Oficio sabemos que, días antes de la entrada de las tropas de la columna Buiza, abandonó el pueblo dirigiéndose hacia la finca de un familiar, donde pasó varios días a la espera de los acontecimientos. No fueron muchos los que anduvo en tal lugar pues, cuando su hermano José fue a buscarlo para entregarle el citado salvoconducto, ya no se encontraba allí. A primeros de Septiembre de 1936 se alistó voluntario, en Castuera, en uno de los batallones de choque que las Milicias Republicanas fueron conformando en dicha ciudad para hacer frente al avance del las columnas rebeldes de Castejón y Asencio. En 1937 pasaría a formar parte de las Unidades Especiales de Guerrilleros del Ejército Republicano que tenían su base en el norte de la provincia de Córdoba, desde donde dichas unidades se infiltraban en la retaguardia franquista, tratando de sabotear las comunicaciones y abastecimientos del ejército golpista.

Finalizada la contienda, a primeros de Mayo de 1939, ingresó en la prisión militar de Peñarroya-Pueblo Nuevo, donde permaneció interno hasta finales del mes de Julio de ese mismo año cuando, en compañía de varios anarquistas, entre ellos su paisano Antonio Hernández Bermúdez, un tal José Martín Campos, a quien apodaban El Tripas, natural de Nerva (Huelva) y varios compañeros de Azuaga, Malcocinado y Las Navas de la Concepción. Durante varios meses sobrevivirán, actuando fundamentalmente en parejas, en la confluencia de las sierras de Córdoba, Sevilla y Badajoz, de donde varios de ellos eran naturales, mediante pequeños golpes, asaltos y requisas en majadas y caseríos de la zona, al amparo de algunos enlaces conocidos. La llegada del otoño sería nefasta para el grupo. La tarde de 12 de Octubre fuerzas de la Guardia Civil de los Puestos de Las Navas y Constantina, alertadas por un soplo, se presentaron en el refugio que mantenían en terrenos de la finca «Las Majadillas». Tras percatarse los huidos que estaban siendo cercados se entabló un nutrido tiroteo. En medio de la refriega varios guerrilleros lograron burlar el cerco; no así dos de ellos: Antonio Sevilla Morales, El Pipa y José Martín Campos, El Tripas, quienes, tras hacerse fuertes en un chozo y resistir varias horas de asedio no tuvieron más remedio que rendirse y entregarse una vez que los guardias lograron acercarse lo suficiente para arrojar varias bombas de mano y prender fuego al lugar. Al día siguiente los detenidos serían trasladados de nuevo a la prisión militar de Peñarroya de donde se habían fugado tres meses antes.

Apenas dos meses duraría su segunda estancia en la misma pues, a finales de Diciembre sería transferido al Campo de Concentración de Castuera, de donde volvería a fugarse, en una nueva evasión múltiple –más de veinte lo lograron, entre ellos El Tripas–, durante las Navidades de 1939-1940. Al principio permaneció unos meses junto a su compañero de la doble fuga para, posteriormente, irse con el Chato de Malcocinado y su paisano Carmelo Romero Ortega, con quien actuó hasta su fallecimiento. Por entonces el grupo del Chato de Malcocinado, el más numeroso, mantenía varias bases o refugios a caballo de las provincias limítrofes de Badajoz, Córdoba y Sevilla. Una de ellas, en las cercanías de Azuaga, en el Barranco de La Peñita. En una cueva cercana al arroyo del Gato, en terrenos de la finca «La Valverda», dentro del término municipal de Guadalcanal, tenían un botiquín y una armería y en la sierra de El Alta, a caballo de los términos municipales de Constantina y Hornachuelos mantenían una de las bases principales.

A poco de comenzar el año 1941 fuerzas de la Guardia civil pertenecientes a los Sectores Móviles de Córdoba y Sevilla encargados de la Persecución de Huidos localizan y desmantelan la Base del Alta, en la sierra del mismo nombre, dentro del término municipal de Hornachuelos. En el asalto del día 12 de Febrero de dicho año las fuerzas del régimen abatieron a dos guerrilleros: uno, apodado El Niñato, natural de Constantina y otro sin identificar. Al día siguiente caería otro de entre los que lograron sortear el cerco la noche anterior, Julio Ramos Morán, natural de Santa Mª del Páramo (León), fugado meses antes de un Campo de Concentración de León, y, cinco días después, cuando trataban de abandonar la zona, los guardias encargados de la persecución dieron muerte a otros dos: Francisco Moyano Salguero, de Villanueva del Terrible (Córdoba), y Antonio Sevilla Morales, El Pipa, de Cazalla de la Sierra (Sevilla). Ambos serían enterrados juntos en una fosa común del Cementerio Municipal de Hornachuelos.