MAPA DE FOSAS DE LAS VÍCTIMAS
DE LA GUERRA CIVIL Y LA POSGUERRA EN ANDALUCÍA
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FOSA DE GRANADA. GRANADA.
Identificación
Código. 1808701 Carácter. Cementerio interior
Provincia. GRANADA Municipio. GRANADA

Descripción
Fecha. 1936 Titularidad. Pública
Localización/Descripción.
Interior del cementerio.
Varios patios del cementerio de Granada fueron remodelados hace años y los cuerpos fueron sacados y llevados al osario; cuando construyeron el actual crematorio, éste lo ubicaron sobre este depósito de restos humanos. Algunos patios no se levantaron, simplemente construyeron encima bloques nuevos. De los 2992 fallecidos que están inscritos en el Registro Civil y en los Libros de enterramiento entre 1936 y 1953, 2354 fueron asesinados entre 1936 y 1939.

Contexto histórico
Víctimas. 2992
Fuentes.
Relato histórico.
Las noticias de la sublevación en Marruecos comienzan a difundirse en la capital en las primeras horas de la noche del 17 de julio de 1936. Los directivos de los partidos y sindicatos estaban preocupados. El desconcierto es general.

A lo largo de la tarde noche del viernes 17, el general Campins, Gobernador Militar de la Plaza se convierte en el foco de atención de los militares granadinos, el gobernador y los dirigentes de izquierdas. Unos presionan para que el general accediese a secundar una sublevación, y otros, para que se mantuviese leal al Gobierno de la República.

El Gobernador civil había recibido orden de reunir a todas las formaciones políticas y sindicales del Frente Popular, para que juntos, pudiesen tomar medidas que evitasen el enfrentamiento callejero. Se les prohíbe darle armas al pueblo.

La primera medida del Gobernador Civil fue constituir un Comité Permanente del Frente Popular que se estableció en la calle Duquesa. En dicho comité hacía acto de presencia jefes de las de orden público: un Capitán de la Guardia de Asalto, un Teniente de la Guardia Civil y el jefe de las Comisaría de Vigilancia y Seguridad. Todos confían en Campins.

En la mañana del 18 se sabe que Franco se ha sublevado en Canarias, pero Campins mantiene su postura de permanecer al lado del Gobierno. Pensaba que los militares de Granada le apoyarían.

Mientras tanto, en Sevilla, el general Queipo de Llano se hacía cargo de la zona y facilita el traslado de tropas de Marruecos a la Península. Esa misma noche, 18 de julio, Queipo de Llano ordena al general Campins que declare el estado de guerra, pero éste se niega. Campins habla con los Comandantes de Almería y Málaga para advertirles que no sigan las órdenes de Queipo de Llano. Acto seguido, ordena acuartelar todas las fuerzas de la guarnición, nadie podía entrar o salir de los cuarteles sin que él tuviese información. Esa misma noche, se interceptan las conversaciones que el general mantiene con el gobernador civil y los sublevados se enteran de que Campins va a permanecer fiel al Gobierno de la República.

Hacia las cuatro de la madrugada del domingo 19 de julio, en Granada, empiezan a tomar contacto los militares de Artillería y los de Infantería y deciden sublevarse.

A media mañana del 19 Campins recibe orden de Gobernación de colaborar con el Gobierno Civil y formar una columna de milicianos voluntarios y Ejército que debían de partir hacia Córdoba, para ayudar a las tropas leales a la República. Se traslada la orden a los cuarteles de Artillería e Infantería, pero éstos se niegan a cumplirla ya que eso impediría el poder llevar a cabo la sublevación que tienen planeada.

Mientras tanto, otros Comandantes deciden conspirar y tratan de conseguir el apoyo de las restantes fuerzas de orden público de la capital: Guardia de Asalto, Guardia Civil, Cuerpo de Seguridad y Policía Urbana.

Campins se entera de todos estos movimientos sospechosos y trata de arrestar al Capitán responsable, Nestares Cuellar, pero su orden es incumplida. Por la noche, hacia las nueve, Campins inspecciona los cuarteles para ver si todo marcha bien, pero ve que sus órdenes de marchar a Córdoba en ayuda de los militares allí destinados, están siendo desobedecidas.

A las doce de la noche, se recibe una noticia de Madrid diciéndole que las negociaciones han fracasado y que el nuevo Gobierno de Martínez Barrio, también ha caído. Seguidamente se le comunica que debe armar al pueblo, como única medida que le quedaba a la República para defenderse contra los militares sublevados. Por supuesto, cuando traslada estas órdenes a los Cuarteles donde están recogidas todas las armas, los militares y Guardias civiles que las custodian, se niegan a entregarlas.

Desde la mañana del lunes 20 de julio, Artillería e Infantería se preparan para formar a la tropa y sumarse a la sublevación.

Los preparativos dentro de los cuarteles no pasaron desapercibidos a los elementos del Frente Popular, quienes desde dos días atrás vigilaban los establecimientos y los movimientos de los militares más significativos de la conspiración. Cuando se le informa de ésto a Campins, él no da crédito a lo que oye y decide volver al cuartel de Artillería e inspeccionarlo. Una vez allí, intenta persuadir a los jefes militares, pero quedó allí destituido y detenido.

Mientras Campins está en el Cuartel de Artillería, sobre las cuatro de la tarde en la Comisaría de la Calle Duquesa, frente al Gobierno Civil, se cargaban cajas con municiones que habían sido requisadas y que se iban a entregar a los milicianos.

El general Campins, desautorizado, es trasladado al Gobierno Militar y allí obligado a firmar el Bando de declaración de guerra que previamente habían preparado los sublevados. De este modo, los falangistas que estaban presentes en la entrega de munición a los milicianos, al enterarse que se ha declarado la guerra, aprovechan y detienen a los milicianos que se estaban armando.

En el edificio del Gobierno Civil estaban reunidos desde primeras horas de la mañana, el jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, el Gobernador Civil y varias personalidades de izquierdas. Para los militares, ocupar el Gobierno Civil era fundamental. El edificio estaba custodiado por una sección de Guardias de Asalto; en el interior se encontraban apostadas dos parejas de la Guardia Civil y el conductor del Teniente que estaba reunido con el Gobernador Civil. Se impide desde dentro cualquier resistencia y el Gobierno Civil es ocupado en cuestión de minutos sin disparar apenas unos tiros. Finalmente, son detenidos el Presidente de la Diputación Provincial, los elementos del Frente Popular allí reunidos y el Teniente Coronel de la Guardia Civil.

Tres horas más tarde, la ciudad, el centro de la ciudad es dominado con facilidad por las fuerzas militares y voluntarios civiles falangistas. La República ha sido anulada en Granada.

La primera medida política será liquidar toda representación local del régimen republicano. A todos los Comandantes de puestos de la Guardia Civil se les ordena que depongan a los alcaldes y Ayuntamientos y que declaren el estado de guerra en sus demarcaciones.

Sin embargo, días después seguía existiendo un foco de resistencia, como el barrio del Albayzín. En él residía gran parte del proletariado extremista, anarquistas y sindicalistas de importancia del ramo de la madera, de la construcción o el transporte. La incapacidad por dominar a los habitantes del Albayzín les llevó a los militares a tomar la siguiente determinación: bombardear el barrio desde un cañón emplazado en la Alhambra y ametrallar con la aviación. Finalmente, el 23 de julio el barrio se rinde y comienza una resistencia pasiva que dura hasta el día 27.

La consecuencia primera tras la declaración del estado de guerra es que comienzan a llenarse los calabozos. El terror se adueñó de la población republicana y de izquierdas: se cuenta por miles los detenidos en los primeros meses. Los bombardeos causados por aviones republicanos eran vengados con fusilamientos en masa de la población retenida en la Cárcel Provincial. Ideal 8 de agosto de 1936: "La Comandancia militar facilitó ayer la siguiente nota, que fue radiada ayer por Radio Granada. "En la madrugada de hoy y como represalia de guerra por el bombardeo que sufrió esta ciudad en la tarde de ayer, han sido fusilados 20 individuos presos en la Prisión Provincial. Así estaba ordenado en el bando del día 31 del pasado mes de julio." Ideal 11 de agosto de 1936 "En la mañana de ayer se ejecutó la sentencia condenatoria a la última pena en 9 paisanos por los delitos de rebelión y agresión a fuerza armada, en la de hoy han sido ejecutados 3 paisanos por los mismos delitos; 2 más por los de amenazas a la fuerza pública, hacer propaganda marxista y propalar bulos; y 15 más por represalias del bombardeo de la población civil en el día de ayer, en virtud del Bando dictado a este efecto."

A partir del día 27 de julio la ciudad de Granada y su periferia quedaron aisladas; constituyendo una isla nacional dentro de un territorio que se mantuvo en su conjunto fiel al gobierno republicano. Inicialmente aquella isla quedó definida por una línea que uniría las cumbres de Sierra Nevada con Órgiva, Valle de Lecrín, La Mala, Santa Fe, Láchar, Íllora, Benalúa de las Villas, Cuesta de las Cabezas (Pantano de Cubillas), Cogollos Vega, Huétor Santillán y Güéjar Sierra.

El cerco adquirió especial dureza entre los días 27 de julio y 12 de agosto de 1936, cuando las milicias republicanas estuvieron a punto de penetrar en la ciudad y los bombardeos de la aviación republicana se convirtieron en una pesadilla para los granadinos.

Desde Sevilla, el General Queipo de Llano programó una operación de socorro a Granada, cuya ejecución encomendó al general Varela Iglesias. Su punto de partida sería La Roda de Andalucía y por Antequera y Archidona, a lo largo de 128 kilómetros, se pretendía llegar hasta Loja. La operación se inició el 12 de agosto y Loja fue ocupada el día 18. Al conseguir Loja, se abrió un pasillo de comunicación con Sevilla que rompía el aislamiento de Granada y aseguró los suministros. La zona quedó garantizada para el ejército franquista, estabilizándose el frente tras la caída de Málaga y Motril, que se producen en febrero de 1937.

A partir de ese momento, una línea de frente situada en la parte norte y oriental de la provincia de Granada separaría los dos bandos en una situación muy complicada desde el punto de vista militar, que se mantuvo casi hasta el final de la guerra civil.

El final de la guerra, 1 de abril de 1939, fue festejado en las calles de Granada durante días. La República había intentado entablar negociaciones con los mandos granadinos; una parte importante depuso las armas y fueron hechos prisioneros. Otros decidieron la huida por temor a represalias. La zona en poder de la República estuvo ocupada totalmente el 4 de abril de 1939.

Sin embargo la represión continuó a partir de 1939, de hecho, los fusilamientos continuaron hasta 1945 de forma sistemática, y más espaciados en el tiempo hasta 1951, con el objetivo de terminar con los que consideraban “desafectos” al nuevo régimen establecido y con los miembros capturados de la guerrilla que seguían combatiendo en las sierras de la provincia hasta el año 1951.



La represión:

La represión en territorio dominado por los sublevados es aún hoy una cuestión ardua de determinar, ya que los asesinatos en los primeros meses fueron en gran parte fusilamientos incontrolados, de forma que, en un porcentaje muy elevado, nunca se llegaron a inscribir los fallecimientos en los Registro civiles, ni los libros de enterramientos municipales recogieron la totalidad de los nombres de los muertos.

No todas las personas enterradas en el Cementerio aparecen asentadas en el Registro Civil y viceversa, muchos de los inscritos tampoco se relacionan en las hojas del Cementerio. Un porcentaje elevado de partidas de defunción -en torno a un 15%- se han inscrito fuera de los plazos legales que marca la ley, frecuentemente a partir de los años 80 hasta 1987.

Los primeros en caer fueron sindicalistas, diputados, representantes del Ayuntamiento constitucional republicano y de la Diputación Provincial. Asimismo, prestigiosas figuras del mundo de la ciencia, cultura, educación. También cayeron algunos militares que no se sumaron al Alzamiento.

Puede afirmarse que la mayoría de los represaliados se adscriben a la extracción social obrera y campesina, lo que denota y explica la oposición al Alzamiento Nacional en gran parte de las clases populares obreras.

La represión cruenta se prolongó a lo largo de los seis primeros meses de contienda. El procedimiento más generalizado fueron las "sacas" de presos y su ajusticiamiento en los paredones del cementerio. Existieron "listas" confeccionadas por el Gobierno Civil, pero también actuaron grupos de incontrolados o "escuadras de la muerte" (falangistas, guardias de asalto, policías, guardias civiles y elementos radicalizados de las derechas), a quienes se les imputa el asesinato de muchas personas en aquellos días, cuyos cadáveres podían aparecer abandonados en las carreteras próximas a Granada.

Era usual ver en prensa noticias como la siguiente: 23 de julio de 1936 "Poco después de las cinco de la mañana se recibió aviso telefónico en el Gobierno Civil de que en la Vereda de En medio, sita en las proximidades del camino del Sacromonte, se había encontrado el cadáver de un extremista."

Esta situación de extrema violencia cambia a principios de 1937. Por un lado, con la conquista del sur de la provincia el temor a la ofensiva republicana se esfuma; el fortalecimiento de la guarnición granadina y el progresivo debilitamiento del Ejército contrario hacía ya innecesario perpetuar una represión tan dura como la precedente. Además, las repercusiones exterior de los "excesos cometidos en la ciudad de la Alhambra" (asesinato de Federico García Lorca), motivaron que se frenaran los fusilamientos indiscriminados. Pero no debe olvidarse que es a partir de la primavera de 1937 cuando comienzan a formalizarse con mayores garantías los Consejos de Guerra. A partir de ahora, habrá mayor control sobre la represión.

Con los Consejos de Guerra los fusilamientos masivos desaparecieron, a excepción del ajusticiamiento de 56 personas en octubre de 1938 encontradas culpables de rebelión, auxilio a la rebelión y espionaje.

Una vez finalizada la guerra, la depuración de responsabilidades políticas y militares del bando derrotado fue notable, sobre todo en las zonas que habían quedado en poder de la República. Los Consejos de Guerra se multiplicaron, más de una veintena de Juzgados de Instrucción trabajaron denodadamente en esta labor hasta finales de los años cuarenta. Varias decenas de millares de combatientes se hacinaban en campos de concentración, prisiones de partidos, "La Campana", la Plaza de Toros del Triunfo o la Cárcel Provincial, a donde pasaban cuando se les sometían a juicio. Oficialmente fueron pasados por las armas cerca de 700 personas (cuyas defunciones se inscribieron en el Registro Civil de Granada capital).

Actuación
Fecha. No hay constancia Promotor. Sin datos
Descripción de la actuación.
Varios patios del cementerio de Granada fueron remodelados hace años y los cuerpos fueron sacados y llevados al osario; cuando construyeron el actual crematorio, éste lo ubicaron sobre este depósito de restos humanos. Algunos patios no se levantaron, simplemente construyeron encima bloques nuevos. De los 2992 fallecidos que están inscritos en el Registro Civil y en los Libros de enterramiento entre 1936 y 1953, 2354 fueron asesinados entre 1936 y 1939.
No hay constancia

Fotos
Municipio. Fotografía Aerea

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