MAPA DE FOSAS DE LAS VÍCTIMAS
DE LA GUERRA CIVIL Y LA POSGUERRA EN ANDALUCÍA
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FOSA DE ALMERÍA. ALMERÍA.
Identificación
Código. 0401307 Carácter. Cementerio interior
Provincia. ALMERÍA Municipio. ALMERÍA

Descripción
Fecha. 1939 Titularidad. Pública
Localización/Descripción.
Esta fosa se encuentra dentro del Cementerio Municipal de Almería, denominado de San José y Santa Adela. Está situada en el denominado "primer sector", justo a la derecha de la entrada. Es, por tanto, la más cercana a la puerta y está numerada de la siguiente forma: n17 (2 víctimas), n12 (6 víctimas), n13 (2 víctimas), n57(4 víctimas), n56 (5 víctimas), y "en tierra", sin especificar, 120 victimas.
En el lugar en que estaba situada esta fosa se han construido nichos, de forma que es difícil delimitar el perímetro original de la misma. Las obras comenzaron a finales de los años 40, excavando y removiendo la tierra de las fosas. En esa coyuntura, algunos familiares de los fallecidos reclamaron sus restos para trasladarlos a propiedades particulares y el resto se condujeron a un osario común, del que también se desconoce su ubicación. La zona cambió su fisonomía totalmente, por lo que, incluso para los históricos trabajadores del cementerio es prácticamente imposible identificarla con exactitud.

Contexto histórico
Víctimas. 139
Fuentes.
Relato histórico.
La Almería de 1936 era una pequeña ciudad de apenas 50.000 habitantes, sumida en una depresión económica desde la crisis de la minería del hierro y la uva de embarque, que habían sido los dos grandes pilares de su espectacular desarrollo entre siglos. Pero el siglo minero y la uva quedaron atrás a partir de la I Guerra Mundial, cuando la dependencia de los mercados exteriores quedó en evidencia. Los efectos sobre la población fueron fulminantes, y entre 1911 y 1915 emigraron más de 65.000 almerienses, la mayoría rumbo a Argentina.

En este contexto de pobreza, Almería recibió con una gran manifestación a la República, a los sones de la Marsellesa y el Himno de Riego, y el Frente Popular arrasaría en las elecciones de febrero de 1936.

La sublevación militar en Almería se inicia el día 21 de julio a las 6 de la madrugada, cuando soldados del Batallón de Ametralladoras nº 2, carabineros, guardias civiles, y unos treinta civiles vinculados a grupos de derecha, inician la insurrección.

El retraso en la decisión de la sublevación había permitido a las organizaciones obreras concentrar en Almería a obreros del Bajo Andarax y del norte de la provincia, y situarlos estratégicamente en las principales calles y edificios de la capital. Si en un primer momento las columnas militares lograron vencer las barricadas, no consiguieron superar la resistencia ofrecida por los guardias de asalto en el Gobierno Civil.

Entre los militares no existía unanimidad de acción, y el gobernador militar teniente coronel Juan Huerta Topete, no estaba convencido de poder resistir. Tras la llegada del destructor Lepanto al puerto y la amenaza de bombardear el cuartel, el gobernador militar ordena izar la bandera blanca en la fortaleza de la Alcazaba.

La Comandancia de la Guardia Civil, último reducto sublevado de la ciudad, se rindió un par de horas después. Tras la derrota de los insurrectos en la capital, las actividades de los conspiradores en la provincia estaban condenadas al fracaso. Tras estos sucesos la provincia de Almería quedaría adscrita a la legalidad del bando republicano durante toda la guerra civil.

En Almería, como ocurrió en otras provincias, se constituyó el Comité Central Antifascista el edificio del casino, con representantes socialistas, comunistas y anarquistas. Este organismo significó la máxima expresión de poder en la retaguardia almeriense durante los primeros meses del conflicto, y desde sus oficinas se ordenaron las incautaciones, detenciones, envíos de columnas a los frentes próximos, etc.

Uno de los aspectos que más han trascendido de esta primera etapa ha sido el de la represión, los comités de toda la provincia decretaron la detención de todas las personas sospechosas de haber participado en la sublevación. Salvo en algunos municipios, donde la eliminación de los detenidos fue decretada por el comité local, los apresados fueron conducidos a la capital y puestos a disposición de la Delegación de Orden Público y Presos, dominada por la FAI. Las victimas eran excarceladas y conducidos a los lugares elegidos para su ejecución: playa de La Garrofa, los pozos de Tabernas y Tahal, o el cementerio de la capital.

Mientras, la población civil sufriría los problemas ocasionados por la prolongación de la guerra, referentes sobre todo al abastecimiento de víveres, por la carencia de artículos de primera necesidad. Con una población refugiada, procedente sobre todo de Málaga, los sistemas de racionamiento resultaron insuficientes. Otra de las preocupaciones de los ciudadanos fue el ataque indiscriminado de aviones o barcos. Éstos se sucedieron desde noviembre de 1936, siendo el de más trascendencia en la prensa internacional el llevado a cabo el 31 de mayo de 1937, cuando cuatro acorazados alemanes lanzaron casi 200 proyectiles sobre la capital durante más de 40 minutos, ocasionando la muerte a 31 personas.

Para poder proteger a la población civil, las autoridades promovieron la construcción de refugios por toda la ciudad. En total, desde 1937 a 1938 se construyeron más de 50 pasadizos subterráneos de 9 de profundidad, que recorrían 4, 5 Km. de la ciudad, vertebrados desde el corazón del Paseo de Almería.

El final de la guerra se viviría en la capital con especial atención. El golpe de Casado contra el gobierno de Negrín había unido a anarquistas, republicanos y amplios sectores socialistas contra los comunistas y los partidarios del primer ministro. Los dirigentes del PCE en la provincia fueron reemplazados en sus cargos y muchos de ellos ingresaron en prisión. En las cárceles, paralelamente, los partidarios de Franco ya habían organizado la toma de poder en las instituciones locales. La rendición de la República a finales de marzo de 1939, supuso que los republicanos de distintas tendencias intentaran huir en barcos o por carretera hacia Águilas o Alicante. Especialmente dramática fue la huida de los dirigentes comunistas, recién puestos en libertad, en el último buque que partió desde el puerto de Almería.

Tras acabar la guerra, las fuerzas franquistas iniciaron la detención y enjuiciamiento militar de todos los que consideraban enemigos del Nuevo Régimen. Pronto se llenaron las prisiones de la provincia, destacando la de “El Ingenio”, una antigua fábrica de azúcar situada en la capital, y a donde eran conducidos todos los presos de la provincia, sobre todo los condenados a muerte. Las condiciones de vida de los reclusos eran bastante penosas, durmiendo muchos al descubierto, en los patios interiores, y sujetos por tanto a las inclemencias de la meteorología.

Muchos de estos encarcelados fueron condenados y ejecutados en las tapias del Cementerio de San José y Santa Adela de Almería. El primer fusilamiento tuvo lugar el 5 de abril de 1939, y fue el de Enrique Fornovi Martínez, que había sido fiscal de la República, y pertenecía al PSOE.

Las ejecuciones se sucederían hasta 1947, aunque desde 1944 el número de ejecutados iría descendiendo, hasta alcanzar un total de 392 fusilados. En cuanto a la extracción social y características de las víctimas, podemos aseverar que la mayoría eran jornaleros, pequeños propietarios y obreros de la ciudad, miembros de las organizaciones políticas de izquierdas. La edad media de los fusilados estaba en torno a los 30 años, y salvo en un caso todos eran hombres. De todos ellos 53 eran de la capital, y 56 habían nacido en otras provincias. El resto procedían de diferentes pueblos de Almería, siendo la zona más castigada la del poniente.

Uno de los juicios que más trascendencia tuvo en la posguerra almeriense fue el conocido como “El Parte Inglés”. Éste comprometía a un grupo de jóvenes antifascistas que se dedicaban a distribuir clandestinamente información emitida por la BBC de Londres. Acusados de querer favorecer la victoria de Inglaterra y la Unión Soviética en la Guerra Mundial, y propiciar así un cambio de régimen en España, un centenar de almerienses fueron detenidos en abril de 1941. Tras un juicio con dudosas garantías procesales, 8 de ellos fueron condenados a muerte, y ejecutados en el cementerio el 11 de agosto de 1942. Entre las victimas estaba la única mujer fusilada en Almería, Encarnación Magaña Gómez, una joven anarquista de 20 años.

También los años 40 supusieron la persecución de personas que habían huido para no someterse al régimen franquista. En general, se trataba de antiguos excombatientes del bando republicano que sobrevivían en las sierras de la provincia resistiendo a las redadas de la Guardia Civil. Entre ellos, podemos destacar la figura de Manuel Pérez Berenguer, conocido como el “Mota”, protagonista absoluto de las correrías por Sierra de Gádor, en la comarca del Medio y el Alto Andarax, y que se hizo acompañar de otros individuos como el “Carbonilla”, el “Carahermosa”, etc. Con él se destacaron Antonio Manchón Jiménez, apodado el “Carbonero”, cuyo área de acción se encontraba a caballo de Sierra Almagrera y Sierra de las Estancias, entre el Valle del Almanzora y el corredor de los Vélez, y que anduvo en compañía de Melchor Alonso Mellado, el “Espadilla”. Por último, destacamos los nombres de Juan Nieto Martínez, el “Cuco”, o los llamados Hermanos Matías.

Todos los fusilados en la provincia de Almería se encuentran enterrados en diversas fosas comunes del cementerio de esta capital. Existen dos registros civiles, referentes a dos distritos de la ciudad. El distrito 1º, también llamado de la Audiencia, recoge las muertes producidas en el Hospital Provincial; y el distrito 2º, llamado de San Sebastián, recoge los fallecimientos por fusilamiento en el cementerio y la cárcel. Por lo tanto, y aunque hemos consultado los dos, el segundo es el que centrará esta investigación.

En las anotaciones de los libros de defunción, las personas fusiladas aparecen siempre con el título impreso de “don” tachado. La negación de su identidad y de cualquier signo de distinción y/o reconocimiento social, se convirtió así en una forma más de represión para los condenados a la pena capital o los caídos en el frente, luchando en el bando republicano.

Los fusilados en la misma “saca” se inscribían siguiendo siempre juntos y siguiendo el mismo procedimiento, por lo que se localizan fácilmente. La muerte siempre estaría ocasionado por “lesiones por arma de fuego”, no apareciendo el lugar en el que murieron, pero sí la fecha, que podía haber ocurrido bastantes días antes, y la hora en la que ocurrió, normalmente de madrugada, al amanecer.

Consultando los libros del cementerio podemos constatar la fosa en la que fueron enterrados cada uno de ellos. Existen varias fosas, situadas a la entrada del cementerio en el sector primero del ala derecha. Según el testimonio de Federo, guarda del camposanto, tras excavar las fosas, los cuerpos se iban depositando en cajas y, cuando se llenaba una, se abría otra al lado, anotando la ubicación de cada cuerpo en los libros de registro del cementerio. Actualmente las fosas no son apreciables, ya que desde los años 40 la tierra se removió en varias ocasiones, trasladando los restos de los difuntos a osarios y construyendo nichos sobre ellas. Cuando comenzaron las obras algunos familiares pudieron recuperar los cadáveres y trasladarlos a propiedades particulares, como sucedería, por ejemplo, en 1949, con Cayetano Martínez Artés, presidente del PSOE y del Comité Central de la provincia.

En el Cementerio de San José de Almería no existe una placa, monolito ni signo alguno de identificación o recordatorio de estos hechos. Por el contrario, las referencias a los ejecutados por el bando republicano son múltiples y monumentales. De hecho, la gran cruz de mármol para los caídos franquistas preside y centraliza la disposición actual de este espacio sagrado, erigiéndose como eje del campo visual a la entrada del mismo. Debajo de la misma y de las placas con los nombres de los represaliados, se creó una cripta para albergar los restos de los ejecutados en el campamento militar de Viator, los pozos de La Lagarta y Cantavieja en los términos municipales de Tahal y Tabernas, o el campo de trabajo de Turón (Granada). Todos ellos perfectamente identificados en las lápidas con inscripciones como “muerto por Dios y por España”, “cruelmente martirizado por los enemigos de la religión” o “vilmente asesinado por las hordas rojas”. Cerca de la gran cruz, y a su derecha, se localiza el cementerio militar y un panteón dedicado a los ejecutados en la playa de La Garrofa.

Actuación
Fecha. No hay constancia Promotor. Sin datos
Descripción de la actuación.
En el lugar en que estaba situada esta fosa se han construido nichos, de forma que es difícil delimitar el perímetro original de la misma. Las obras comenzaron a finales de los años 40, excavando y removiendo la tierra de las fosas. En esa coyuntura, algunos familiares de los fallecidos reclamaron sus restos para trasladarlos a propiedades particulares y el resto se condujeron a un osario común, del que también se desconoce su ubicación. La zona cambió su fisonomía totalmente, por lo que, incluso para los históricos trabajadores del cementerio es prácticamente imposible identificarla con exactitud.
No se ha hecho ninguna intervención del tipo indicado aquí, es decir exhumación o monumentalización, sólo la construcción de nichos para lo cual se sacaron algunos restos y se llevaron a osarios

Fotos
Municipio. Fotografía Aerea
Fosa. Fotografía a pie de Fosa

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