OPINION. “A propósito de Aranzadi y la memoria histórica”, por Javier Buces

“A propósito de Aranzadi y la memoria histórica”, por Javier Buces

javier buces 20.03.2022 | 01:51

"A propósito de Aranzadi y la memoria histórica", por Javier Buces“A propósito de Aranzadi y la memoria histórica”, por Javier Buces

25 años después de la muerte del dictador aún no sabíamos quiénes habían padecido, con nombres y apellidos, la represión franquista. Para entonces los trabajos académicos nos habían dado a conocer las grandes batallas, las motivaciones de los golpistas o las biografía de los grandes protagonistas

todo empezó en el año 2000. Hace más de dos décadas profesionales de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, dirigidos por el forense Paco Etxeberria, comenzaron a intervenir de forma regular en procesos de exhumación de fosas comunes y análisis de los restos humanos de desaparecidos y ejecutados en la Guerra del 36 y durante los primeros años de la dictadura franquista. Estas intervenciones respondían a la lucha incansable de los familiares y de las asociaciones de memoria histórica, con el respaldo del Gobierno Vasco a partir de 2002. Como resultado, hasta la fecha se han recuperado unos 9.698 cuerpos en aproximadamente 785 fosas comunes a lo largo de toda la geografía del Estado español.

Esta labor tuvo además otras repercusiones, ya que motivaron que tanto las instituciones locales vascas como las asociaciones civiles demandaran a los historiadores investigaciones que fueran más allá. Es decir, ya hemos localizado la fosa, por fin hemos recuperado sus cuerpos, pero ¿qué más ocurrió en mi municipio?, ¿cuantos y quienes fueron encarcelados, depurados, tuvieron que exiliarse…?

No era una demanda nueva, si bien, a partir de estas exhumaciones y su trascendencia social y mediática, se hizo cada vez más patente. Era una demanda que dejaba al descubierto un déficit democrático: 25 años después de la muerte del dictador aún no sabíamos quiénes habían padecido, con nombre y apellidos, la represión franquista. Para entonces los trabajos académicos nos habían dado a conocer las grandes batallas, las motivaciones de los golpistas o las biografías de los grandes protagonistas. Sin embargo, en líneas generales, estas investigaciones académicas no habían reparado en las verdaderas víctimas de esta trágica historia. 

Por tanto, un momento clave en este proceso es el compromiso irrenunciable que los ayuntamientos vascos van adquiriendo con sus ciudadanos en la consecución de los principios de verdad, justicia y reparación que asiste a toda víctima de graves violaciones de derechos humanos. En consecuencia, los ayuntamientos se pusieron manos a la obra, y con la ayuda de Aranzadi y de otras entidades, se sumergieron en la ardua labor de cumplir con el primero de los principios citados: conocer lo sucedido en su municipio, identificar con nombre y apellidos a todas las víctimas.

Pero desafortunadamente la dictadura no finalizó en la década de 1940. Además, a partir de finales de los 50 surge una nueva generación dispuesta a enfrentarse a la dictadura. En el caso vasco, la conjunción de las reivindicaciones sociales y nacionales fue determinante en el fortalecimiento del antifranquismo, probablemente el de mayor capacidad movilizadora del Estado español; a lo que la dictadura respondió con el uso indiscriminado de la represión propia de un régimen que se sustentaba en la violación sistemática de los derechos humanos. Se (re)abre entonces un nuevo período de violencia de motivación política, un conflicto político (pero también social, cultural y económico) que en territorio vasco tiene raíces históricas, que se extenderá hasta nuestros días, y que ha generado violaciones graves de derechos humanos.

Por este motivo, una vez finalizadas las investigaciones relativas a los primeros años de la dictadura, las entidades locales comenzaron a demandar la ampliación del marco cronológico y, por tanto, la búsqueda de esa verdad a la que tienen derecho todas las víctimas en el marco de la violencia política de las últimas décadas.

De este modo, desde 2016 una decena de ayuntamientos vascos (principalmente guipuzcoanos) trabajan junto a Aranzadi en la identificación de los damnificados, existiendo en todos los casos un consenso político previo del conjunto de fuerzas políticas con representación municipal; cuestión que resulta irrenunciable e imprescindible, y que además refleja la imparcialidad e intencionalidad integradora y no excluyente de estos proyectos.

Por otra parte, otro punto irrenunciable en estas investigaciones, y que es una exigencia que parte del consenso político que las avala, es que deben ser integrales y no parciales. Es decir, el objeto de estudio no es una tipología de víctima concreta en función del agente victimario, sino todas las víctimas independientemente del victimario. La cuantificación de las víctimas, la tipología de las acciones violentas, de los agentes perpetradores, la contextualización de los hechos, el análisis de los victimarios, dará unos resultados que generan un debate público, político y social; pero la cuantificación e identificación debe incluir a todas las víctimas de violencia de motivación política, más aún aquella violencia que ha derivado en violaciones graves de derechos humanos. Se trata, en definitiva, de generar una herramienta de utilidad pública que facilite el acceso al principio de verdad, un primer paso indispensable para poder obtener justicia y reparación.

Ahora bien, los que ejercitamos esta labor somos profesionales de diferentes disciplinas (fundamentalmente historiadores, antropólogos y forenses) que trabajamos con metodología científica, tal y como lo ha hecho Aranzadi en tantas disciplinas en sus 75 años de historia. No somos, por tanto, agentes moralizadores ni miembros de una entidad memorialista o pacifista, por lo que no estamos para afianzar principios éticos ni para justificar o deslegitimizar; estamos para identificar y explicar. No nos encargan estas investigaciones para generar un relato, unas unidades didácticas o servir de guion a una serie de ficción, sino para ayudar a las instituciones locales en la identificación de víctimas de violaciones de derechos humanos en un contexto (o contextos diferenciados) de violencia política.

Ni más ni menos. Una labor concreta para una función específica. Fría, quizá demasiado fría, pero que ha permitido en los últimos años identificar a cientos de víctimas olvidadas y localizar elementos de prueba documentales y testificales que permiten ponerles cara y voz. Por nuestra parte, los historiadores, con todos los datos sobre la mesa, podremos profundizar con honestidad en la interpretación de hechos recientes en un contexto, no se nos olvide, del que hemos sido parte y en el que convive una sociedad plural, con derecho y madurez suficiente para tener acceso a un conocimiento integral y no parcial de los hechos.

Historiador de la Sociedad de Ciencias Aranzadi

https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/opinion/tribuna-abierta/2022/03/20/proposito-aranzadi-memoria-historica/1195275.html