Franco, alcalde honorario y perpetuo de Ceuta desde 1939

EL FARO DE CEUTA | FRANCISCO SÁNCHEZ MONTOYA | 3-9-2017

Tras la toma de Ceuta, por parte de las tropas sublevadas en la noche del 17 de julio de 1936, una de las medidas más urgente fue la toma del Ayuntamiento y el cese fulminante de la corporación municipal presidida por el médico Sánchez Prado. Todos fueron detenidos y en su mayoría pasados por las armas.

Tres años después, el 12 de julio de 1939, la gestora de la corporación municipal presidida por Fernando López Canti, acordaron: “El señor alcalde hace uso de la palabra y con exaltadas frases realza la figura de nuestro glorioso caudillo Excmo. Señor General Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado Español y Salvador de la nación, y propone que la ciudad de Ceuta se honre contándolo entre sus hijos y el Ayuntamiento tenga el más alto orgullo al nombrarle Alcalde honorario perpetuo. La Corporación, por unanimidad y aclamación y con el mayor entusiasmo, ACORDÓ nombrar al glorioso e invicto caudillo de España, Excmo. Señor Don Francisco Franco Bahamonde hijo adoptivo y predilecto de la ciudad y Alcalde honorario perpetuo, concediéndole así los máximos honores al Salador de España y artífice genial de su victoriosa cruzada: y que este nombramiento le sea notificado en forma solemne. Y para que conste expido el presente que visará el señor don Fernando López Canti, Alcalde Presidente de la Comisión Gestora del Ilustre Ayuntamiento de esta Ciudad, en Ceuta a veintiuno de julio de mil novecientos treinta y nueve”.

A los pocos días se publicó en el boletín oficial de la ciudad: “Esta Comisión, cumpliendo aspiraciones de la Gestora y del vecindario en general, queda asimismo encargada de portar a S.E. el jefe del Estado el pergamino que la ciudad le ofrece reflejando el acuerdo de su nombramiento de Hijo Adoptivo y Predilecto de Ceuta y Alcalde Perpetuo Honorario de su Ayuntamiento”.

Tres años antes, la nueva corporación municipal pasó a ser presidida por el teniente coronel de Ingenieros José Tejero: “En la madrugada del 17 al 18, debió ser la una de la noche, me llamó el teniente coronel Gautier y me dijo <Mañana a las ocho te haces cargo de la alcaldía, para lo cual, vas al ayuntamiento a esa hora, pero antes, a las siete, vienes a verme>.

A las 15,30 del 18 de julio de 1936, se reunió en el despacho de la alcaldía, con los nuevos concejales designados por las autoridades militares, al tomar la palabra, les leyó el bando que se había fijado por todas las paredes de la ciudad, firmado por el general Franco, declarando el estado de guerra. Todas las sesiones, son monótonas y falta de sentido crítico, cómo era de esperar, salvo la celebrada el 24 de julio de 1936, cuando el concejal Eduardo Laya, expresa que debido a las numerosas detenciones que se están llevando a cabo se puede dar el caso de que las familias de algunos presos carezcan de alimentos y por lo tanto el Ayuntamiento debería socorrerlos. Le respondió, el teniente coronel Tejero, que las comidas se están dando en la cruz roja y en la cantina escolar y ellos no tienen que socorrer a nadie. Tras está pregunta de Eduardo Laya, su nombre ya no se consigna en los plenos, siendo destituido.

Ley de Memoria Histórica

La Ley de Memoria Histórica en su artículo 15 establece: “Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura”. De forma excepcional, se conservarán aquellas menciones que sean de estricto recuerdo privado, sin exaltación de los enfrentados, o cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas o artístico-religiosas protegidas por la ley. La aprobación de la ley de memoria histórica en diciembre de 2007 abrió una nueva etapa en la reparación y reconocimiento de las víctimas de la guerra civil y el franquismo.

¿Visita de Franco en 1939 para recibir los títulos?

La corporación municipal presida por Fernando López Canti, tras acordar el 12 de julio de 1939, nombrarle “Alcalde honorario perpetuo e hijo adoptivo y predilecto de Ceuta”, organiza una serie de actos en espera de la llegada del general, confeccionando unos pergaminos, el programa de actos se desarrollaría en agosto:

“Día 4. De 16 a 16 y 30, llegada, recepción y desfile. A las 17, Te Deum en la catedral o salve en la Iglesia de África, inauguración de la cruz de los caídos. A las 17 y 30. Visita a San Antonio, inauguración del monumento y marcha por la calle Falange Española. A las 18 y 30, llegada a comedor Cantina Escolar, vuelta por la marina. A las 19 horas, visita a las obras del Asilo, colocación de la primera piedra obra social casas baratas. A las 19 y 30, Entrega en Regulares placa homenaje de la ciudad. A las 21 horas, marcha al chalet, descanso y cambio de traje. A las 22 horas, comida Ayuntamiento, a la terminación verbena Hípica, descanso a voluntad. Día 5: A las 10 horas, entrega bandera Destroyer “Ceuta”. De 11 a 11 y 45, Función religiosa en África. A las 12 horas, recepción popular en el ayuntamiento, formación de milicias juveniles y desfile ante S. E. que lo presenciará desde el balcón. Comida privada y descanso en el Chalet. A las 17 horas. Visita Hospital militar, despedida y marcha a Tetuán. Puede ir a Riffien y hacerse allí la despedida”. La esperada visita no se produjo y el pergamino y demás documentos con los nombramientos se enviaron a Madrid.

Recordemos que el general Franco antes de ponerme al mando de los sublevados estuvo destinado en Ceuta durante la Segunda República, como Jefe de las Fuerzas Militares del norte de África. El 9 de marzo de 1935 llegó a Ceuta y el 5 de abril su esposa. Por sorpresa, a los dos meses, el 6 de mayo, fue llamado por el Gobierno de Gil Robles para hacerse cargo del Estado Mayor. Una vez compuesta la alianza de centro-derecha, la CEDA retorna a un nuevo gabinete, Lerroux con cinco cedistas, incluido el propio jefe como ministro de la Guerra. Accedieron al nuevo Gobierno el general Goded, inspector general y director de las Fuerzas Aéreas; Fanjul, subsecretario de la guerra, y el general Emilio Mola, a Melilla y pocos meses después jefe de las Fuerzas Militares en el Norte de Africa, con sede en Ceuta.

El general Franco tras el inicio de la sublevación llegó a Ceuta el 19 de julio de 1936, una vez que aterrizó en el aeródromo de Sania Ramel en Tetuán con el fin de ponerse al frente de las tropas. El teniente coronel Sáenz de Buruaga, esperaba en la Alta Comisaría, una llamada que le comunicara su llegada y efectivamente desde Arbaua (Larache), el teniente Manjón le comunica que el aeroplano acaba de pasar. A las siete de la mañana, tras el aviso telefónico se marcha al aeródromo, llegando al mismo tiempo, el avión da unas vueltas para poder tener la certeza que no hay problemas.

Franco, asumió el cargo de Alto Comisario y Jefe del Ejército del norte de África, hasta el l de octubre, fecha en que se hizo cargo de la Jefatura del Gobierno del Estado en Burgos y del mando militar. A primeras horas de la tarde del 19 de julio llegó el General Franco a Ceuta, se dirigió a la Circunscripción donde mantuvo una reunión con la cúpula militar y al concluir salió al balcón acompañado del Teniente Coronel Juan Yagüe y del jefe de la circunscripción y Comandante General.

Complot en 1936

El desarrollo de la Guerra Civil, pudo cambiar en Ceuta en los primeros días de julio de 1936, ya que, en el cuartel del Batallón de Cazadores del Serrallo Nº 8 (actual campus universitario), se estaba preparando un complot para atentar contra la vida de Franco. Pero descubrieron los preparativos que se estaba llevando a cabo por varios cabos y soldados y lo pagaron con sus vidas. El plan era muy sencillo, cuando visitara el cuartel y estuviera en el patio central revisando las tropas con los jefes y oficiales del acuartelamiento, un cabo dispararía al general Franco y los demás apuntarían al resto de militares, deteniéndolos a todos y a continuación otro grupo saldría hacia la ciudad para comunicarlo al pueblo, con la finalidad de que se unan a ellos. El atentado se comenzó a fraguar en la mañana del 18 de julio cuando todavía el General Franco no había aterrizado en Tetuán.

Cuando el General Franco llegó a Ceuta ya estaban los organizadores del atentado detenidos: Sargento de Artillería Bernardo Garea Duque, Cabos Amadeo Delgado, Pedro Veintemillas, Rufino Marcos, José Rico y Anselmo Carrasco, los soldados Felipe Navas y Sanchez Téllez, este relata cómo se comenzó a preparar el atentado:

“Llevaba sólo unos días en el cuartel cuando un amigo y compañero llamado Francisco Medinilla, me presentó a un soldado veterano, de nombre Amadeo, cambié impresiones con este nuevo amigo sobre el levantamiento y coincidimos en nuestra oposición a éste. Me informó que dentro del cuartel se estaba preparando un contragolpe contra los facciosos, que había clases de oficiales comprometidas en esto, que él los conocía y que estaban dispuestos a abortar este golpe subversivo. Ante estas manifestaciones tan responsables y rotundas que me las decía con cautela, sentí, por un lado, precaución y temor, por otro, desconfianza y miedo, todo ante la duda y posibilidad de ser descubierto. Pero ante aquel hombre tan seguro y decidido di mi confianza, palabra y deseo de participar con las armas en la mano, en está confabulación. Estas entrevistas las hacíamos a menudo en los pasillos del cuartel, disimuladamente, él me ponía al corriente de cómo le informaban y de cómo había que hacerlo para que no fracase. Yo me puse en contacto con otros de mi compañía… Algunos cabos y soldados pasaban junto a nosotros distraídamente, conversando y noté que uno de los soldados que pasaba casi se detuvo, haciéndolo de una manera fingida. Inmediatamente puse sobre aviso de atención a mi nuevo amigo Amadeo, el cual miró disimuladamente con sospecha y recelo al tal individuo, diciéndome seguidamente que sabía quién era y que no se fiaba de él… Solo había pasado un cuarto de hora escaso, cuando un cabo con dos soldados de guardia de puerta con fusiles, entraron en la compañía con una lista en la mano y en voz alta leyeron varios nombres entre ellos el mío”.

En la madrugada del 21 de enero de 1937, son sacados de la fortaleza del monte hacho los cabos Pedro Veintemillas y Rufino Marcos Rodríguez apareciendo sus cuerpos en él depósito de cadáveres del cementerio de Santa Catalina, con un tiro. El 17 de abril de 1937, a las siete y treinta de la mañana, se llevan a cabo los fusilamiento del sargento de Artillería Bernardo Garea Duque y los cabos, José Rico, Anselmo Carrasco, José Lombáu y el soldado Felipe Navas.

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