El Marrufo. Análisis parcial sobre un grupo restringido de fusilados procedentes del Mimbral, cuyos datos pueden servir de referencia para un estudio global de los asesinados en esta finca del valle de la Sauceda

Un capítulo ineludible del estudio de la represión ejercida por los sublevados contra la Segunda República en la provincia de Cádiz lo constituyen los fusilamientos masivos registrados en la finca del Marrufo, enclavado en el valle de la Sauceda, entre principios de noviembre de 1936 y finales de febrero de 1937. En este cortijo del término municipal de Jerez de la Frontera, en el límite con los de Ubrique, Jimena de la Frontera y Cortes de la Frontera, en la confluencia de las provincias de Cádiz y Málaga, actuó en ese tiempo un destacamento militar al mando del alférez luego ascendido a teniente– José Robles Ales, jefe de línea de la Guardia Civil de Ubrique, que dirigió una de las cuatro columnas rebeldes que en los días finales de octubre y comienzo de noviembre de 1936 emprendieron coordinadamente las operaciones de ocupación de toda esta zona, que se había convertido en el último refugio republicano de la provincia de Cádiz y la primera línea de defensa de la de Málaga en este sector.

Hasta el valle de la Sauceda habían acudido cientos de personas procedentes de los pueblos del entorno en su huida ante el avance paulatino de las tropas sublevadas. Aquí se refugiaron vecinos de Ubrique, Algar, San José del Valle, el Mimbral, Tempul, Jimena de la Frontera, Alcalá de los Gazules y Cortes de la Frontera, fundamentalmente. La población residente y la refugiada organizó su subsistencia con diversos comités establecidos en distintos pagos.

Uno de los grupos que se habían establecido en el valle de la Sauceda en los meses de control republicano de la zona había sido el que huyó del Mimbral ante el temor a las represalias de los rebeldes. Tras permanecer varios meses en este territorio leal al Gobierno legítimo, sufrieron la represión de los sublevados que ocuparon militarmente esta zona el 1 de noviembre de 1936, tras un bombardeo previo a la actuación de las tropas terrestres. Las circunstancias personales de estos vecinos concretos, que están identificados con sus nombres y apellidos y que fueron fusilados en aquel otoño en el Marrufo, se analizan a continuación a modo de ejemplo significativo de lo que ocurrió al conjunto de los represaliados en esta finca convertida por los golpistas en centro de secuestro, tortura y asesinatos masivos. Este estudio parcial de represaliados en este cortijo permite extraer conclusiones que pueden extrapolarse al resto de la población represaliada en esta zona, cuyo número podría sumar varios centenares. Se trata, por tanto, de un avance reducido del estudio de conjunto que se pretende culminar al término del proceso de exhumación de las víctimas.

Este análisis se elabora a partir de los datos disponibles relativos a 18 personas, de las que se sabe fehacientemente que fueron fusiladas y sepultadas en fosas comunes en la finca del Marrufo en otoño de 1936. Eran vecinos empadronados en el distrito décimo de Jerez de la Frontera, que comprendía los nucleos del Valle y el Mimbral y su entorno y cuyas muertes violentas fueron inscritas en el libro de defunciones de la ermita del Mimbral.

La procedencia geográfica de estas víctimas era muy variada. De los 18 fusilados objeto de estudio, ocho eran naturales de Ubrique, tres de Algar, dos de San José del Valle, dos de Cortes de la Frontera, uno del Mimbral, otro de Algatocín y otro de Jubrique. Es decir, algo menos de la mitad, el 44,4%, era oriundo de Ubrique. El restante 55,6% era de naturaleza diversa. Desde el punto de vista del origen provincial de estos represaliados, el 77,7% era de origen gaditano y el restante 22,3% de naturaleza malagueña2. Estos datos son indicativos del papel de confluencia geográfica de personas de orígenes diversos que tuvo el Marrufo y del grado de dispersión familiar originaira de las víctimas enterradas clandestinamente en este cortijo.

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