«La repugnante raza judía»

La frase no es mía, desde luego. Hay que educar al pueblo que lo ha envenenado la repugnante raza judía con sus riquezas. El que así se expresaba en una de sus charlas por la radio era el ex general Queipo de Llano. Normal, dirán ustedes, después de las bestialidades que llegó a pronunciar este individuo. Eso ocurría en 1936. Pues bien, cuando pasaron unos años, este hermano honorario de la Macarena, y otros sujetos como él, cambió por completo su lenguaje y dejó de meterse con los judíos. Desde mediados de 1944 todo empezó a cambiar y se sustituyeron los adjetivos que se utilizaban para referirse a ellos. Y no era complicado conocer el por qué de ese radical cambio de actitud: los aliados habían entrado en Roma y habían desembarcado en Normandía, los alemanes estaban recibiendo su propia medicina en el frente del este y todos, menos algunos fanáticos, sabían ya que la guerra estaba perdida para Hitler y sus aliados. Entre estos estaba la dictadura de Franco y, lógicamente, fueron muchos los que se vieron con la soga al cuello si las cosas cambiaban en España.

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