Pedro Nolasco Rodríguez Gil

Belmez
Córdoba

(Bélmez [Córdoba], 1900 – Gusen, 1941)

Pedro pertenece a una familia de trabajadores compuesta por cuatro hermanos. La economía comarcal del Valle del Guadiato giraba en torno a las pequeñas explotaciones agroganaderas, que difícilmente podían subsistir a la sombra de los grandes latifundios, y a la actividad minera del carbón controlada por empresas hispano-francesas en su mayor parte. Esta actividad hizo de la comarca un centro económico y poblacional de importancia en las primeras décadas del siglo XX, llegando su capital, Peñarroya-Pueblo Nuevo a contar con más de 55.000 habitantes en tiempos de la República. Las organizaciones obreras y republicanas crecieron y se asentaron en estas localidades al calor de la creciente actividad económica.

Los tres hermanos varones de la familia estaban comprometidos políticamente, tal como era habitual en una Andalucía en plena ebullición social. Hilario, Pedro y Zoilo pertenecían al Partido Comunista, al Partido Socialista y a la CNT respectivamente. Con la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, Hilario, carpintero artesano, se marcha a Sevilla para trabajar en los artesonados de la plaza de España. Pedro, tras realizar el servicio militar en Marruecos, se dedica a la mecánica en Sevilla y acaba en Los Alcázares (Murcia) trabajando en la aviación civil. El golpe de estado de julio de 1936 le sorprende en una zona que se mantiene republicana hasta el final de la guerra. Allí vive con su mujer Irene Pozo Sánchez y sus tres hijas pequeñas. Su hermano Hilario estaba en Madrid desempeñando su oficio de carpintero. Ambos vivieron el transcurso de la guerra trabajando en la retaguardia. El hermano menor, Zoilo, fue el que peor suerte corrió, pues una vez tomado el pueblo el 12 de octubre de 1936 por las tropas sublevadas, es detenido y encarcelado en Córdoba. Las secuelas de las torturas sufridas en la prisión le provocan la muerte poco después.

Pedro acaba trasladándose a Barcelona con su familia. De allí huye a Francia. Debido a sus conocimientos mecánicos, puede librarse de los campos del Rosellón, y se traslada a la ciudad de Cognac para trabajar en unos talleres de la aviación francesa. Desde el exilio, Pedro escribe con regularidad a su mujer e hijas instaladas en Barcelona. En un tiempo, dejan de recibir cartas y se rompe la comunicación epistolar. La familia de Pedro, padres, mujer e hijas, instalada en la ciudad de Sevilla acude al consulado francés en busca de alguna noticia sobre su paradero, dadas las infructuosas gestiones de la Cruz Roja española. No tardó en llegar, por medio de un comité antifascista republicano español en el exilio, los fatídicos datos de su desenlace final. A Pedro se le ubica en el famoso convoy de los 927 españoles, hombres, mujeres, ancianos y niños, que partió de la ciudad francesa de Angulema con el destino desconocido de Mauthausen (ver apartado en este libro). Ingresa en el campo de exterminio el 24 de agosto con el número de matrícula 4035. Es trasladado a Gusen el 24 de enero de 1941 para morir el 29 de agosto cuando tenía 41 años de edad.