Nicolás Povea González

El Saucejo
Sevilla
Montero Gómez, Félix J.

Nacido a las tres de la mañana del día 3 de febrero de 1909 en la aldea de Navarredonda, del término de El Saucejo (Sevilla), era hijo del propietario Nicolás Povea Martín y de Araceli González Torres; su abuelos, todos de El Saucejo, se llamaban: José Povea García, Juana Martín Godoy, Juan González Reyes y Salvadora Torres Sánchez. De pelo y ojos negros, medía 1,60 de estatura, estaba casado con Concepción Gallego González y tenía un hijo.

Nicolás Povea González, que de niño se fue a vivir con su familia a Dos Hermanas, era militar profesional y cuando se produjo la rebelión contra el Gobierno de España se encontraba destinado en Gerona, adonde había llegado a principios de 1935 procedente de África. Antes, en agosto de 1932, estando de cabo en el tercer regimiento de artillería ligera de guarnición en Sevilla, se sumó a la sublevación de Sanjurjo; y, en octubre de 1934, hallándose destinado en África, vino a la península con las fuerzas que llegaron para sofocar el movimiento revolucionario de Asturias.

En Gerona estaba de sargento en el regimiento de artillería pesada número 2, que en un primer momento salió a la calle para mantener el orden al declararse el estado de guerra, pero que a las nueve de la noche del domingo 19 de julio de 1936 se acuarteló por orden del capitán Carlos Iglesias Mas y a las seis de la tarde del día siguiente se entregó a las milicias populares por orden del teniente coronel Luis Busquets Codina. Suspendido de empleo y sueldo hasta el día 3 de agosto en que se incorporó como sargento a una batería mandada por el teniente Federico Sánchez García que organizaron las milicias, marchó al frente de Huesca, donde entró en fuego repetidas veces y el 7 de noviembre pasó al grupo de cañones del 7,5 de la Columna Durruti.

Estuvo en el sector de Bujaraloz, provincia de Zaragoza, y actuó como sargento en la ofensiva de Quinto y Belchite. Obtuvo el grado de teniente el 22 de enero de 1937 y desde el 13 de abril al 13 de mayo de ese mismo año permaneció en Barcelona, pendiente de destino, a disposición del Consejero de Defensa de la Generalidad.  Destinado en esa última fecha al regimiento de artillería ligera número 6, de guarnición en Murcia, se incorporó al mismo ocho días después y le fue encomendado el mando de la 5ª batería anti-tanques. En esa situación continuó hasta el día 9 de junio de 1937 en que, al mando de la misma batería, lo enviaron al ejército de Andalucía y se incorporó a la 79 brigada mixta, que estaba destacada en el frente de Alcalá la Real, sector de Alcaudete, en la provincia de Jaén, donde estuvo hasta el día 21 de noviembre de 1938 en que, ascendido al empleo de capitán desde diecinueve días antes, marchó al pueblo de Almansa, en Albacete, para asistir, por orden del general jefe del grupo de ejército, a un curso de capacitación de la escuela popular de artillería. En esta escuela permaneció hasta el día 18 de marzo de 1939, fecha en la que se reintegró otra vez al noveno cuerpo de ejército, 20 división, en Andújar y aquí, mandando la 3ª batería, le sorprendió la entrada de las tropas franquistas. El día 28 siguiente desplazó la batería que mandaba y la llevó al pueblo jienense de Escañuela; recogió el armamento de las fuerzas, a las que ordenó que se retiraran a sus casas, y él acto seguido, con un camión y una pieza de artillería, se entregó en el cuartel de la Falange al comandante militar de Andújar.

En Sevilla, donde estuvo encarcelado en la prisión militar de Ranilla, lo procesaron por rebelión militar el día 7 de febrero de 1941, aunque un año más tarde, el 10 de febrero de 1942, lo pusieron en libertad provisional y fijó su residencia en la barriada de Bellavista. No obstante, el día 11 del siguiente mes de abril fue juzgado por un Consejo de guerra ordinario que empezó a las diez y media de la mañana en la sala de actos de la capitanía general de la segunda región militar sita en la planta baja del pabellón central de la plaza de España, donde el fiscal lo acusó de un delito de auxilio a la rebelión militar y pidió que lo condenaran a 14 años, 8 meses y 21 días de reclusión. La sentencia, por su parte, declaró como hechos probados que Nicolás Povea González, sargento de artillería con anterioridad al 18 de julio de 1936, al estallar el glorioso movimiento nacional se puso a favor del mismo en Gerona, ciudad donde prestaba sus servicios de guarnición; pero al ver fracasado el Movimiento en dicha ciudad marchó al frente rojo, donde combatió contra las fuerzas nacionales y mediante cursos de capacitación en la “Escuela Popular de Guerra” alcanzó la categoría de capitán. El tribunal consideró que tales hechos constituían, en efecto, un delito de auxilio a la rebelión militar e impuso al acusado una condena de 12 años de prisión.

Nicolás Povea, sin embargo, ya no volvió más a la cárcel, sino que quedó en libertad condicional hasta que a finales de enero de 1947 le notificaron que le habían concedido el indulto. En esa fecha, con 37 años de edad, el antiguo capitán de artillería del ejército republicano se ganaba la vida trabajando como peón en las colonias penitenciarias militarizadas de Dos Hermanas y seguía viviendo en Bellavista.

Fuentes:

Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo: PSU nº 113/40: legajo 741-22092.