Manuel Ballesteros Torres

Alcalá de Guadaíra
Sevilla

Manolo Calderón, en julio de 1936, tenía 19 años y vivía en Alcalá de Guadaíra en la calle Ramón y Cajal, número 6, en la casa de su tía Mercedes Ríos Miranda. En la misma calle, en una casa aislada, la número 5, vivía un matrimonio formado por Antonio Ballesteros Cabello, de 55 años y Carmen Torres Mejías, de 51, que tenía tres hijos: Manuel, Bernarda y Águila. Manuel Ballesteros Torres, nacido el 3 de mayo de 1912, se dedicaba a tareas del campo, pero sobre todo a cuidar de las vacas de su padre. Manolo Calderón, por su parte, tenía un oficio muy distinto: el de hornero; y trabajaba en la panadería de José Sanabria Casado, en la calle Mairena. Sin embargo, como eran vecinos y había entre ellos poca diferencia de edad, se conocían y tenían una cierta amistad.

Dice Manolo Calderón que el lunes 20 de julio de 1936 se encontraban él y Manuel Ballesteros, con más gente, en la puerta del sindicato de la CNT, situado muy cerca de sus respectivos domicilios, cuando oyeron un tiro, que sonó cerca, y varios de los allí congregados comentaron: Ese es el viejo de las barbas, que tiene una escopeta.

El viejo de las barbas era el dueño de un chalet, enclavado entre olivos, que había en la calle Silos, a unos trescientos o cuatrocientos metros de donde ellos se encontraban: según Manolo Calderón, un militar retirado, quizás un coronel, de Cádiz, y cuya familia tenía en esa ciudad una tienda de tejidos que se llamaba El León o Los Leones. A mí, sin poner en duda lo que dice Manolo Calderón, me parece que ese hombre era Manuel Barreiro Díaz, y el chalet, Villa Matilde.

En cualquier caso, lo cierto fue que la gente que estaba en la puerta del sindicato y escuchó el disparo decidió ir a quitarle la escopeta al que llamaban el viejo de las barbas, y hacia su casa se destacó un grupo como de unas veinte personas, entre ellas Calderón y Ballesteros. Los cuales, al igual que la mayoría, no llegaron a entrar en el chalet, sino que esperaron fuera. Los que entraron fueron unos cinco o seis, los más decididos, y, al rato, salieron con el hombre, al que traían con las manos amarradas a la espalda, con una tomiza de las que se usaban para atar las escobas, y dándole pequeños empujones; porque, como es lógico, él no quería que se lo llevaran y se quedaba parado. La escopeta que le cogieron la dejaron en el sindicato, y al hombre se lo llevaron, calle Jardinillos abajo, a la cárcel de la calle Sánchez Perrier. Varios días después, ya Alcalá en manos de los rebeldes, vinieron a buscar a Manuel Ballesteros. Se lo llevaron preso a Sevilla, al barco-prisión Cabo Carvoeiro, y desapareció para siempre.

Manuel Ballesteros Torres no pertenecía a ningún partido político; ni siquiera estaba afiliado a la CNT. Es posible, como dice Manolo Calderón, que el hombre del chalet se quedase con su cara cuando lo sacaron detenido, puesto que debía de conocerlo de la vecindad y porque Manuel tenía y andaba con las vacas muy cerca del olivar que rodeaba a la finca…

Aparte de Manolo Calderón, quien también se acuerda del vaquero de 24 años al que se llevaron al barco; y recuerda a su dos hermanas, y al viejo de la barbita que vivía en el chalet de la calle Silos, y que el nombre del chalet era Villa Matilde, es Manuela Genicio Leiro, una mujer que, cuando en el verano de 1936 también mataron a su padre, vivía por aquel barrio, en la calle Doctor Roquero. Y no hace mucho, el 1 de agosto de 2005, me enteré de que hay en Alcalá un anciano, primo hermano de Manuel Ballesteros, que también se acuerda de él y todos los años ofrece una misa en su memoria.

Fuentes:

Archivo Municipal de Alcalá de Guadaíra: Libros 257 y 258
Testimonios de Manuel Calderón de los Ríos, Manuela Genicio Leiro y Bernardo
Hermosín Campos.

Fotografía cedida por Antonio Ramírez Ballesteros