Juan Elena Márquez

Zahara
Cádiz
Romero Romero, Fernando; Villalba Palma, Manuel

Juan Elena Márquez nació en Zahara de la Sierra (Cádiz) el 10 de octubre de 1913, era trabajador del campo y estaba afiliado a la UGT. Durante las semanas que siguieron al golpe permaneció en los alrededores del pueblo y, según un informe de Falange, lo rondaba armado con una escopeta y acudía al puente de los Perales para recibir instrucciones de los dirigentes republicanos. A finales de agosto se marchó a Grazalema. En las distintas versiones que dio de por qué lo hizo aparece su novia, Francisca Barrera; en una ocasión dijo que fue ella quien le aconsejó que se marchara, pues su padre ya lo había hecho; en otra dijo que decidió marcharse porque a ella la amenazaron con detenerla si su hermano no se presentaba. Se fueron los dos. Juan hizo servicios de guardia a las órdenes del comité grazalemeño y formó parte del grupo de milicianos que obligó a los habitantes del cortijo Las Mesas a trasladarse a esta localidad.

A mediados de septiembre se marchó a San Pedro Alcántara, donde trabajó en faenas agrícolas y se alistó en la columna de Pedro López. Hizo el periodo de instrucción en Málaga y tras la ocupación de la ciudad por los sublevados fue trasladado a Cuenca. Estuvo un mes en el frente de Albarracín y el resto de la guerra lo pasó en Pina y Utiel (Valencia) dedicado a trabajos de intendencia como la corta de leña y el cuidado de ganado.

Regresó a Zahara a finales de abril de 1939 y quedó detenido en la cárcel municipal a disposición de la Auditoría de Guerra. El 5 de agosto fue juzgado en Algodonales por el Consejo de Guerra Permanente de Cádiz, que lo sentenció a doce años y un día de cárcel por auxilio a la rebelión. Tras ser condenado, Juan Elena pasó por el castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda (20 de noviembre de 1939), la prisión de partido de Jerez de la Frontera (febrero de 1940), el penal de El Puerto de Santa María (enero de 1942) y la colonia penitenciaria militarizada de Dos Hermanas (23 de junio de 1942).

Trabajó en las obras del Canal de los Presos durante tres meses, pero se evadió el 14 de octubre de 1942. La causa de la fuga fue un trozo de lona con el que pretendía fabricarse unas alpargatas; él decía que se la dieron, pero se enteró de que un sargento andaba diciendo que iba a «machacar a palos» al que la había robado y decidió evadirse por miedo a que lo castigasen. Al terminar la jornada de trabajo, cuando volvía al campamento, se apartó de la senda por donde marchaban las bestias de carga, se internó en un olivar y se dirigió hacia Zahara a campo traviesa.

Durante tres años y medio estuvo viviendo en los alrededores del pueblo. Se dedicó a ayudar a su padre, Bartolomé Elena Moya, en la recogida de leña y carboneo y también a cazar piezas que el padre vendía para comprar alimentos y ropa. En 1946 decidió presentarse a las autoridades. Lo hizo por la insistencia de su padre, que decía que «sufría mucho y tenía que hacer muchos sacrificios para mantenerlo». Acudieron al alcalde, el maestro Melchor Fernández de la Corte, que le informó que podía acogerse al indulto de 1945 y le garantizó que nada le ocurriría. Fernández de la Corte lo acompañó cuando el 4 de mayo de 1946 se presentó en el cuartel de la Guardia Civil. Según la declaración que hizo Juan ante el comandante de puesto, no se había presentado antes porque en el pueblo estaban las personas que lo encerraron en 1939 y temía alguna venganza por parte de ellos. Quedó detenido en la cárcel municipal, pero Fernández de la Corte hizo gestiones con el jefe de la comandancia de la Guardia Civil y a los pocos días lo dejaron ir a su casa.

El 22 de junio de 1946 ingresó en la prisión de partido de Jerez a disposición del Juzgado Militar n.º 5 de Jerez de la Frontera, que instruyó la causa 807-1946 por el delito de estar huido en la sierra. En su declaración Juan ocultó que se había alistado en la columna de Pedro López y subrayó que durante la guerra lo destinaron a labores de intendencia y que nunca estuvo en el frente. Fernández de la Corte, por su parte, emitió un informe en el que certificaba que antes del golpe siempre observó buena conducta y que «fue huido a la zona roja arrastrado por los familiares de su novia que profesaban ideas izquierdistas».

Respecto al tiempo que estuvo escondido en la sierra, Juan negó haber tenido ninguna relación con huidos y haber cometido delito alguno. El 3 de julio el instructor decretó la liberación provisional por «la escasa gravedad de los hechos que se persiguen» y la «buena conducta del encartado» y Juan regresó a Zahara con la obligación de presentarse en el cuartel cada ocho días.

El 9 de diciembre de 1946 el auditor de guerra decretó el sobreseimiento de la causa 807-1946 por no haberse concretado la comisión de delitos, pero Juan Elena aún tenía una deuda pendiente con la justicia militar franquista. El Juzgado Militar Eventual de la 1.ª Agrupación de Colonias Penitencias Militarizadas, con sede en La Corchuela (Dos Hermanas), le abrió una causa por la fuga en 1942. Comenzó a instruirse en marzo de 1943, pero al cabo de cuatro meses, con Juan en paradero desconocido y declarado en rebeldía, se acordó el cese de las actuaciones hasta que se presentase o fuese capturado. El expediente (causa 328-1943) estuvo paralizado durante tres años, pero se reactivó cuando en septiembre de 1946 se supo que Juan residía en Zahara en libertad provisional.

El 20 de octubre fue detenido por la Guardia Civil y el 14 de noviembre ingresó en la prisión provincial de Sevilla. Al cabo de dos meses, el 10 de enero de 1947, el capitán general de la región le concedió la libertad provisional y el día 16 salió del campamento de Los Merinales con la obligación de presentarse en el cuartel de Zahara los días 15 y 30 de cada mes. Y así lo estuvo haciendo durante seis meses, hasta que el capitán general dejó sin efecto la libertad condicional y la Guardia Civil lo detuvo el 9 de agosto. Entonces intervino el alcalde, que venía apoyando a Juan desde que decidió presentarse en mayo del año anterior, y lo sacó de la cárcel, pero el cabo de la Guardia Civil volvió a detenerlo en cuanto supo que estaba en la calle y el día 11 dio parte de la incidencia al juzgado militar de la colonia penitenciaria de Dos Hermanas.

Juan ingresó en la prisión provincial de Sevilla el 1 de septiembre de 1947. La causa por quebrantamiento de condena se vio casi un año después, el 16 de octubre de 1948, en la sala de justicia de la Capitanía General de Sevilla y lo condenaron a tres meses de arresto. El 6 de noviembre salió en libertad provisional y se estableció en el barrio de Ciudad Jardín de Sevilla con la obligación de presentarse los días 10, 20 y 30 de cada mes al juzgado militar de Los Merinales, pero a partir del 20 de diciembre quedó exento de hacer las presentaciones.

No acabaron aquí las tribulaciones penitenciarias de Juan Elena Márquez. En agosto de 1950 su hermano menor, Jaime, se unió a la partida de Miguel López García, Darío, que dio un golpe en la finca Castillejo Alto del término de Algodonales. Después de recorrer los términos de San José del Valle, Jimena de Frontera y Cortes de la Frontera durante varios meses, la partida cayó en una celada de la Guardia Civil a principios de noviembre. Darío y el algodonaleño Juan Martín Menacho fueron abatidos la madrugada del 11. A otro zahareño, Antonio Acevedo Palma, lo asesinaron el 21 aplicándole la ley de fugas. Jaime Elena y Juan Millán, otro vecino de Zahara a quien acusaron a auxiliar a los huidos, fueron apresados. Juan Elena se refugió en el monte, pero esta vez no aguantó huido tres años como cuando se fugó del Canal de los Presos. Al cabo de un mes, la tarde del 24 diciembre, se presentó en el puesto de la Guardia Civil y entregó una escopeta que tenía escondida en el campo para la caza furtiva.

Los tres detenidos fueron enviados a la prisión provincial de Sevilla y el Consejo de Guerra Ordinario los juzgó por delito de bandidaje y terrorismo el 13 de diciembre de 1951. Jaime fue condenado a treinta años por secuestro, mientras Juan Elena y Juan Millán fueron sentenciados a seis años el primero y a tres el segundo por delito de auxilio a malhechores. La razón de que la condena de Juan Elena fuese mayor que la de Millán no era otra que su historial político. Sobre sus antecedentes había redactado el cabo Sánchez Pino un informe que comenzaba diciendo que «siempre fue muy destacado comunista» y concluía advirtiendo de que «en cuanto pueda evadirse lo hará y volverá a ser lo que siempre fue: hombre fuera de la ley y peligroso por demás». Juan Elena no volvió a fugarse, pudo acogerse a un indulto que le redujo la pena y fue liberado en junio de 1955.

Fuente

F, Romero Romero y M. Villalba Palma: Zahara de la Sierra: Caciquismo, República y Guerra Civil. Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía (CGT-A), Cádiz, 2019.