José Rodríguez Corento

Sevilla
Espinosa Maestre, Francisco

La Brigada Político-Social llevaba ocho años buscando al Jefe del Comité Regional del Partido Comunista de Andalucía. Todas las detenciones confirmaban la existencia de un máximo responsable al que no había forma de localizar.(1) Cuando el cerco se fue estrechando todo indicó que la persona buscada vivía en Sevilla y actuaba con total libertad. Que esto ocurriera en un sistema que tenía como práctica habitual la tortura puede darnos idea del perfecto funcionamiento de dicho partido. Antes de que cayera el “Jefe” le precedieron nueve escalones de la organización, desde las directivas de los comités de fábricas o los radios de sector hasta los comités locales, provinciales y regionales del Partido Comunista. Entre los interrogados unos confirmaban la existencia de un tal “Don Luis” o “Don Fernando” si hablaban del partido, y otros de un tal “Félix” si se referían a las Juventudes Socialistas Unificadas. La policía estaba paralizada, pues para colmo dicho elemento, según las declaraciones obtenidas, firmaba propaganda que igual aparecía en Sevilla que en Las Cabezas de San Juan, Jerez de la Frontera u Hornachuelos, y además participaba en prensa clandestina, llevaba todo el control de la organización, disponía de los fondos y organizaba todo lo relativo a alojamiento y documentación de los que necesitaban protección de la policía. Su existencia constituía una auténtica provocación para el franquismo.

Según la ficha policial José Rodríguez Corento había nacido en Sevilla el 4 de febrero de 1916, su estado civil era casado, su ocupación funcionario y carecía de antecedentes penales. Fue detenido el 8 de enero de 1950, a punto de cumplir los 35 años. Unos meses después, el día 1 de agosto, fue detenida Josefa Regalado Barroso, natural de Jerez de los Caballeros, de 38 años de edad, vecina de Sevilla, casada y sin ocupación específica. Otros detenidos en relación con Rodríguez Corento fueron los también sevillanos Antonio José Benítez Catalán, proveedor de frutas del Sanatorio de Miraflores, y Rafael Moreno Muñoz, cuñado de Rodríguez Corento, aunque disfrutaron de libertad provisional y no sufrieron prisión preventiva.

Rodríguez Corento, funcionario de la Diputación Provincial, accedió al cargo de administrador del Manicomio Provincial de Miraflores en 1942. Había ingresado en Diputación por concurso-oposición en 1940, aunque lo que en realidad le valió fueron los avales que logró obtener y, sobre todo, el hecho de aparecer como hijo de fallecido en acción de guerra durante el Alzamiento Nacional, siendo lo cierto que su padre, el teniente Rodríguez Mancera, murió en la campaña de Marruecos. Sus estudios, por más que desde muy joven se manifestase como furibundo antimonárquico, fueron costeados por la Asociación de Huérfanos de Infantería. Su posición ideológica le costó la expulsión del Colegio de Huérfanos de Valladolid, donde se encontraba cuando coincidiendo con los primeros tiempos de la República estudiaba primero de Derecho. Gracias a algunos diputados de izquierdas logró que la Asociación siguiese pagando sus estudios en Madrid, pero aquí los problemas le vinieron directamente del Ministerio de la Guerra, viéndose obligado a morigerarse hasta concluir sus estudios poco antes de la guerra civil.

La noticia del golpe de estado le llegó en la Universidad Internacional de Santander, donde seguía los cursos de verano como becario de la Universidad de Sevilla. Entonces se dirigió a Francia, incorporándose poco después a zona republicana. Primero se integró en el Comité de Frente del Tajo del Partido Comunista en Aranjuez, luego en la Compañía Extremeña, Brigada 45. Dirigió el periódico Adelante, formó parte del Comité Provincial del Partido Comunista y fue el responsable del Hogar del Combatiente. Después de la guerra, con toda tranquilidad, se dirigió a Sevilla, donde a través de los procedimientos indicados –presentó hasta certificados de buena conducta y de adhesión al Movimiento–, se metió primero en Diputación y luego en la administración de Miraflores. Desde ese cargo José Rodríguez Corento ayudó a situarse en Sevilla a sus compañeros José Mallo Fernández, Luis Campos Osaba y Manuel López Castro, detenidos en 1948 y fusilados el 12 de marzo de 1949. También se relacionó con el dirigente comunista Ricardo Beneyto Sopeña, detenido en Sevilla en junio de 1947 y juzgado, condenado y fusilado en la 9ª Región. Pero sobre todo, aprovechando su cargo, extendió certificados, posibilitó ingresos y facilitó fugas a un buen número de izquierdistas en peligro de muerte, los cuales pasaron de la Prisión Provincial al Manicomio y de éste a la calle mediante extrañas y nunca resueltas fugas de locos. Y todo ello a lo largo de siete años.

El Consejo de Guerra celebrado en Sevilla el 19 de mayo de 1951 solicitó la pena de muerte para Rodríguez Corento por “rebelión militar”, ocho años para Josefa Regalado y Rafael Moreno, y seis años para Benítez Catalán. La pena de muerte se cumplió y Josefa Regalado fue condenada a cuatro años de prisión menor, por ser la que desde su cargo de criada llevaba todo el material de propaganda tanto a los barrios de Sevilla como a diferentes puntos de la provincia. Benítez Catalán fue condenado a seis meses por transportar paquetes en su camión, y el otro fue absuelto a pesar de habérsele relacionado con unas viviendas que tenían en Olivares tanto él como Rodríguez Corento, viviendas en las que se alojaron unos misteriosos personajes conocidos como “Andrés” y “Julio”, atendidos igualmente por Josefa Regalado. Firmaban la sentencia: Ángel Sanz, E. Barrau, Juan Cabrera Sánchez, José Almeida y Antonio Jiménez. Y además, como siempre, el auditor Bohórquez. Aunque desconocemos la fecha exacta, Rodríguez Corento, el hombre que burló a la dictadura franquista durante los terribles años cuarenta y que salvó la vida de muchos de sus compañeros, fue asesinado mediante fusilamiento el 25 de junio de 1951 en el muro derecho del cementerio de San Fernando y en unión de ocho personas más, todas ellas relacionadas con la resistencia guerrillera en Cádiz.(2) Luego, por motivos que ignoramos pero de modo similar a otros casos conocidos, su partido, el PCE, hizo desaparecer su nombre de la historia. Y así hasta el día de hoy.(3)

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(1) La información para realizar este artículo procede de varias hojas sueltas aparecidas en el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo (Sevilla).
(2) En el prólogo de “¿De qué se nos acusa?” (publicación interna e inédita sobre el caso de Mallo, Campos y López Castro), José Cordero González, Secretario de Organización del Comité Regional de Andalucía del PCE en 1949, menciona a José Rodríguez Corento en un listado de cuadros medios e intermedios, lo cual supone una nueva vuelta de tuerca sobre el personaje.
(3) Un hombre al que no se le hubiera escapado una historia como ésta, Gregorio Morán, ni lo menciona en Miseria y grandeza del Partido Comunista de España (1939-1985) (Planeta, Barcelona, 1986).