José María Sánchez Miranda

Espera
Cádiz
Sígler Silvera, Fernando
La injusticia de la que fue víctima José Maria Sánchez Miranda simboliza la crueldad cometida por los sublevados contra las personas que durante su vida mantuvieron un compromiso social en favor de los más desfavorecidos y contra quienes creyeron que la cultura y la instrucción eran las vías necesarias para sacar a su pueblo del atraso y la falta de perspectivas de desarrollo.

Nacido en Espera (Cádiz), José María Sánchez Miranda ejerció el magisterio en su pueblo natal, y es recordado como la persona que enseñó a leer a numerosos vecinos. Daba clases en la escuela y también impartía lecciones particulares a domicilio. Además, en una época en la que tenía gran peso la transmisión de la cultura por medios orales —dado el alto índice de analfabetismo existente—, nuestro biografiado se dedicaba a leer los periódicos en voz alta a grupos de vecinos interesados por las noticias de actualidad. Su tarea de difusión cultural durante el periodo republicano le granjeó la admiración del vecindario, y sus descendientes recuerdan que se decía que era una persona muy querida por toda la labor que desarrolló entonces.

Había hecho el servicio militar en Logroño, y cuando contaba con 24 años de edad se casó con Josefa Durán Carrera, quien tenía 22 años. De su matrimonio nacieron ocho hijos: Josefa, Luisa, Fernando, Manuel, Rosa, José María (quien falleció a los nueve meses de edad), Antonio y Rosario.[1]

Su compromiso social le llevó a abrazar la ideología comunista. Era considerado un «comunista de los de verdad», al llevar a la práctica en su vida diaria los principios que inspiraron el ideario marxista de búsqueda de una sociedad justa. Precisamente, la candidatura comunista del Frente Único Revolucionario, en la que Curro Garrido se integraba como obrero independiente, fue la triunfadora en Espera en las elecciones generales celebradas en noviembre de 1933, y a ella dio su apoyo el maestro espereño. Tres años después, vivió el triunfo del Frente Popular en los comicios generales de febrero de 1936. Entre sus amistades más sólidas se encontraban el farmacéutico Genaro Peralta y el hijo de éste, del mismo nombre, también maestro de profesión y compañero de Corporación de Curro Garrido en el primer Ayuntamiento republicano elegido el 12 de abril de 1931.

José María Sánchez Miranda fue además uno de los directivos del Socorro Rojo Internacional de Espera, cuyo comité local lo organizó Curro Garrido en mayo de 1936. José María Sánchez Miranda ocupó en esta célula el puesto de secretario administrativo[2]. La relevancia de su tarea social y pedagógica hizo de él una persona muy conocida y de gran prestigio en el pueblo, en unos años en que muchos soñaban con una nueva sociedad basada en los principios de la justicia y la igualdad. Sin embargo, cuando triunfó la sublevación contra el régimen constitucional, Sánchez Miranda pasó a ser uno de los principales objetivos que los rebeldes se marcaron con la intención de localizarlo y eliminarlo.

Cuando los rebeldes se hicieron con el control de Espera, José María Sánchez Miranda se desplazó a Barcelona, donde fue acogido por un hermano suyo, guardia civil de profesión. Estando en la ciudad condal, le llegó la noticia de que su esposa había sido detenida y encarcelada en el calabozo de Espera. Los sublevados sometieron a Josefa Durán Carrera a las más crueles vejaciones. Ella tenía entonces 32 años de edad y pese a que estaba embarazada de su última hija, fue torturada: la pelaron, le hicieron ingerir purgante y la pasearon por la calle. «Fue horroroso lo que hicieron con ella», expresa su hija, siete décadas después. Luego la dejaron en libertad.

Cuando llegó José María Sánchez Miranda a Espera, fue detenido y encerrado en la cárcel por los insurrectos. Su esposa, acompañada por su hija Josefa, de diez años, le llevó la comida al calabozo los días que estuvo detenido.

Sin juicio previo, los sublevados asesinaron a José María el 15 de agosto de 1936. No se sabe dónde lo mataron ni dónde lo enterraron. A sus descendientes les dijeron que se lo habían llevado a Algar y que allí o por el camino lo fusilaron y lo enterraron en una fosa común, aunque nunca tuvieron la confirmación oficial de ello.

Tras este crimen, a su viuda los sublevados «le negaron el pan», y la metieron en la cárcel. A los seis hijos del matrimonio los recogió el abuelo en Las Peñas. Luego, cuando a la viuda la dejaron en libertad, ella, sus hijos y la abuela se vieron obligados a abandonar Espera, y se trasladaron a Utrera (Sevilla), donde fueron acogidos por unos familiares. Allí vivieron de 1936 a 1940. Josefa Durán falleció en Utrera el 29 de mayo de 1940. Entonces, las hermanas de la Cruz Roja recogieron a las cuatro niñas, y las criaron en un convento. Los niños fueron acogidos en el Hogar de San Femando de Sevilla, salvo el pequeño, Antonio, que con cuatro años se quedó con su tía Rosario (hermana de la viuda) en Dos Hermanas con la abuela.

José María Sánchez Miranda tuvo un compañero de tragedia, Antonio Lozano Rivera. He aquí el testimonio de un hijo de este último: «Junto a José María Sánchez Miranda mataron a Antonio Lozano Rivera. Los mataron a los dos juntos. Los dos estaban trabajando en Los Barros. A Antonio lo cogieron por la mañana. Entonces José María se presentó voluntario y lo detuvieron. A la mujer de José María, que tenía seis hijos, la metieron en la cárcel. Cuando la dejaron en libertad, se fue a vivir a Utrera».[3]

Fuente: F. Sígler Silvera, Su silencio es nuestra voz. De la esperanza republicana a la sublevación militar y la represión en Espera, el pueblo de la reforma agraria. Ayuntamiento de Espera, 2008.

[1] Testimonio de Rosa Sánchez Durán, hija de José María Sánchez Miranda, 27/3/2007.

[2] Archivo del Tribunal Militar Territorial II, Sevilla, Leg. 32, nº 2429.

[3] Testimonio de Manuel Lozano Morales, hijo de Antonio Lozano Rivera, Espera, 5/10/2004.