Jacinto Domínguez Hervás

Villaverde del Río
Sevilla
Enrique Casas Rodríguez

Una vida de lucha antifascista

 

 

La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios
sino sobre las faltas de los demócratas

(Albert Camus).
 

Hace pocas fechas, concretamente el 5 de mayo, se cumplieron 60 años de la liberación del campo de exterminio de Mauthausen, Austria. Para tal ocasión se organizó un homenaje que contó con la asistencia de una delegación de supervivientes españoles así como del presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, el cual hizo un alto en el camino cuando iba a Rusia a celebrar el también 60 aniversario de la caída de Hitler.

Nosotros entendemos que la mejor manera de homenajear a las víctimas no se debe quedar en fastuosas manifestaciones condenando lo que ellos llaman “el régimen de un fanático, de un loco”. Al fascismo, ya sea en Italia, Alemania o España, hay que desenmascararlo. Hay que explicar a cada nueva generación cómo surgió, sus condicionantes, y sobre todo, el por qué se creó como arma definitiva en contra de los intereses de la clase trabajadora.

Con estas líneas queremos homenajear a todos y a cada uno de los miles de trabajadores que lucharon contra el fascismo, combatiéndolo con las armas en la mano en defensa de sus libertades. Éste es el caso de Jacinto Domínguez Hervás, uno de los vecinos de Villaverde del Río que escaparon milagrosamente de la represión llevada a cabo en nuestro pueblo para poder seguir defendiendo sus esperanzas de revolución social más allá de nuestras fronteras.

Jacinto era un hombre sencillo que trabajaba como guarda rural y que vivía en una choza, la mejor de todas, me cuenta R.A.C. (fuente principal de datos para este artículo) que se construyó en la que hoy es la calle Cañaveral, aproximadamente en el solar que hoy se corresponde con el número 51. Su afición a la caza le llevó a entablar una gran amistad con el que luego sería alcalde, don Baldomero González Parrilla, así como con otros representantes del partido socialista local. Ello despertó en él un acentuado carácter revolucionario y de compromiso político, llegando a ser conocido en el pueblo como el guardaespaldas del alcalde, pues ambos solían salir de noche patrullando las calles de la villa en previsión de posibles actos delictivos, ya que durante los dos años de gobierno de la CEDA (coalición de derechas reaccionaria) el fascismo fue creciendo y se temía la existencia de tramas de sabotaje y conspiración.

Cuando se produce el golpe de estado de Julio, en Villaverde la situación parecía controlada por el Ayuntamiento socialista. El cuartel de la Guardia Civil no se había revelado en un principio y, entre otras disposiciones municipales, la alcaldía dio orden de requisar todas las armas a los vecinos para evitar incidentes. Esta medida (que fue una constante en casi toda España) luego se vería que fue un enorme error, ya que dejó a la población indefensa ante la barbarie fascista.

Relata R.A.C. que estando de guardia en el cruce veía aproximarse gran cantidad de gente que huía de Alcalá del Río. Le comunicaron que estaban asesinando a todo aquel que tuviera relación con la izquierda y que pronto pasarían por Villaverde, que diera el aviso en el pueblo. Así lo hizo, pero no terminaban de creérselo cuando esa misma noche un pelotón de fascistas detuvo al ayuntamiento en pleno y los mantuvo encerrados durante 21 días. Al día siguiente fueron atados y montados en camiones, llevados a Alcalá y fusilados.

Jacinto no creyó las falsas promesas que la derecha del pueblo les hizo de que no les pasaría nada, de modo que junto a varios compañeros huyeron aquella misma noche hacia Madrid, donde se alistaron al ejército miliciano. Se sabe que estuvo combatiendo por aquella zona y que, en la retirada de las tropas republicanas, probablemente luchara en la defensa del Ebro. Tras la derrota pasó a Francia, donde inmediatamente entró a formar parte de la resistencia en su lucha contra el nazismo. Como tantos otros españoles, tuvo la mala fortuna de ser capturado por los nazis. Estuvo preso en el Stalag XII-D (Trier) y el 3 de abril de 1941 fue deportado a Mauthausen, donde 8000 de los nuestros dieron con sus huesos para picar piedra y de los que 6000 fueron gaseados e incinerados en Gusen, el lugar donde estaban los hornos crematorios de este campo de la muerte. Jacinto murió en Gusen el 6 de enero de 1942 . Descanse en paz.

PD. Espero que este relato no hiera a nadie, no era esa mi intención. Sólo conozco una forma de no volver a caer en antiguos errores y ésa es conocer el pasado para que no se vuelva a repetir en el futuro. De todas formas me quedo con una frase de George Orwell: “Si la libertad significa algo, será sobre todo el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír