Francisco Pariente Ojeda

Osuna
Sevilla
Montero Gómez, Félix J.

Carpintero, de 33 años de edad, hijo de Cristóbal Pariente Jiménez y Manuela Ojeda Oliva, vivía, con su mujer: Carmen León Fernández y sus cuatro hijos: Cristóbal, Manuel, Dolores y Manuela, en la casa número 7 de la plaza de Consolación. Este hombre, a quien decían Currillo el de Nerva ―que era el pueblo donde nacieron sus hermanos Manuel y Cristóbal― salió elegido concejal del Ayuntamiento de Osuna, con 552 votos, en las elecciones municipales celebradas el día 31 de mayo de 1931 y ocupó el cargo hasta el día 4 de noviembre de ese mismo año, adscrito a la mayoría socialista.

Sobre unos cinco años más tarde, en la noche del 1 de diciembre de 1936, Francisco Pariente Ojeda se encontraba en el café de Enrique el Boquino, en la plaza de Consolación, donde estuvo varias horas jugando a las cartas con el pescadero Francisco Alfaro Angulo, el aguador Antonio Chavarría Escacena y el cabrero Manuel López Ponce, apodado el Neguis. Jugando a las cartas y bebiendo «sindicalistas», que era como les decían a unos vasos pequeños que se tomaban llenos de aguardiente. Cuando terminaron de jugar, pasadas ya las doce de la noche, los cuatro hombres salieron del café y se pararon a charlar en el cruce con la calle Antequera. Entonces pasaron junto a ellos, y les dieron las buenas noches, dos falangistas: Juan Pérez Ruiz y José María García Montero, que regresaban a sus respectivos domicilios en la calle de la Cruz después de haber hecho servicio en el cuartel de la Falange. Al saludo de estos individuos respondió en los mismos términos Chavarría; Alfaro y López contestaron:

¡Vayan ustedes con Dios!, pero Pariente sólo dijo: ¡Salud! A continuación éste, tras disolverse el grupo e irse cada uno por un sitio, apretó el paso en dirección a la calle de la Cruz y entró en la casa número 75, que era donde vivían sus padres.

Mientras tanto, los falangistas Pérez y García, jornaleros los dos, se encontraron con el subjefe de milicias de la Falange, Miguel Ángel Govantes Soto, cuando éste salía de la callejuela del Horno acompañado del labrador falangista Antonio Cascajosa Gutiérrez, los cuales andaban esa noche patrullando por el pueblo al igual que el jefe de milicias, Jesús Torres Pérez, y el estudiante falangista Patricio Soto Oriol. Los dos primeros le contaron a Govantes ―a quien ellos llamaban «Don Miguel»― lo que habían visto y oído momentos antes; y como éste se interesara por la identidad del individuo que les contestó diciendo «Salud», también le dijeron que se trataba de «Currillo Pariente el de Nerva», e incluso le señalaron la casa en que el hombre se había metido después. Govantes entonces llamó a la puerta, que tardó en abrirse, y cuando salió Francisco Pariente se lo llevó detenido.

A la mañana siguiente lo recluyeron en la cárcel de la cuesta de San Antón y Jesús Torres, el jefe de milicias de la Falange, presentó una denuncia contra él ante el juez de primera instancia e instrucción de Osuna, Santos Bozal Casado, que estaba ejerciendo como juez militar delegado de la Auditoría de guerra de Sevilla. Torres, labrador, de 47 años de edad, natural de Almargen y con domicilio en la calle Arcipreste Valderrama, número 31, decía en su denuncia, entre otras cosas: Que Pariente había pertenecido «a un Ayuntamiento Socialista» y tenía «dos hermanos huidos». Que las palabras pronunciadas por él la madrugada anterior fueron:

¡Salud, camaradas! Que al ser detenido se notó que estaba «un poco embriagado» y que cuando lo traían por la calle de la Huerta se puso a blasfemar «en tono descompuesto», por lo que los falangistas que lo llevaban detenido tuvieron que «interponer» su autoridad para poderlo callar.

El juez, hombre de 46 años de edad, natural de Guadalajara y con domicilio en la calle Sevilla, número 40, se puso enseguida a indagar si el comportamiento del denunciado pudiera ser constitutivo de «excitación a la rebelión» y estar comprendido en el bando de declaración del estado de guerra. Para lo que interrogó, entre otros, a Pariente y al subjefe de milicias de la Falange, Miguel Ángel Govantes, antiguo alcalde de Osuna.

Este último, abogado y propietario, de 49 años de edad, domiciliado en la calle Sevilla, número 36, contó por qué detuvo a Francisco Pariente y cómo los falangistas «se vieron precisados a llevarlo a la violencia hacia la prevención donde lo dejaron encerrado», porque, al ir por la calle de la Huerta, el detenido «se tiró al suelo blasfemando». Pariente, por su parte, manifestó que había pertenecido al partido socialista hasta hacía «cosa de unos tres años» en que se dio de baja y dejó de aparecer «por el Centro» al haberse establecido «por su cuenta». Aseguró que, por el miedo a decir algo imprudente que le comprometiera, «dados sus antecedentes de socialista», no celebraba reuniones en ningún sitio donde se hablara «de las cosas actuales». Y explicó que la otra noche, a los pocos momentos de haber entrado en «la casa de su madre», que era donde «accidentalmente» tenía «su domicilio», llamaron a la puerta y, aunque tardó un rato en abrir porque «se encontraba asustado», no opuso resistencia al ser detenido; sin que recordara, debido a su estado de embriaguez, si blasfemó o no, aunque él no acostumbraba a hacerlo.

El juez Bozal no tardó en llegar a la conclusión de que los hechos denunciados no parecían estar comprendidos en el Código de Justicia Militar ni en ninguno de los bandos del «Excelentísimo Señor General Jefe del Ejército del Sur», puesto que la palabra «Salud», dicha en forma de saludo «sin otra que la complemente ni ademán que la acompañe», era de un significado «indiferente»; y, por otra parte, dadas las circunstancias en que dicha palabra fue pronunciada, no había motivos para suponer intenciones delictivas en quien la dijo. Con independencia de que las blasfemias pronunciadas luego y el acto de arrojarse al suelo pudieran corregirse por el Juzgado municipal como una falta ordinaria de escándalo.

Puesto en libertad el siguiente día 5 de diciembre, el propio Queipo de Llano decidió poner fin a la investigación por no haberse probado que existiera intención delictiva en el saludo empleado por el vecino de Osuna, ya que éste no tuvo «ánimo de provocar o excitar».

Fuentes

► Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo: Causa s.n./36, legajo 103-2866.

► Archivo Municipal de Osuna: Libro 401.

► Archivo de la Diputación Provincial de Sevilla: Boletín Oficial de la Provincia de Sevilla de 10-6-31.