Florencio González del Río

Malcocinado
Badajoz
Jiménez Cubero, José Antonio

Natural de Malcocinado (Badajoz), nació en el domicilio familiar de la calle León el 20 de mayo de 1908. Jornalero de profesión, hijo de José Antonio González Sillero (fallecido durante la guerra en zona republicana) y de M.ª Josefa del Río, era miembro de la familia de Los Jarales, estaba casado con Dolores Hernández y vivía en el n.º 5 de la actual calle 1.º de Mayo.

Días antes de la ocupación del pueblo por las tropas franquistas en septiembre de 1936 abandonó la localidad para incorporarse a las milicias republicanas. Detenido al final de la guerra, el 20 de septiembre de 1940 hizo su presentación ante las autoridades locales procedente de la Prisión Central de Orduña (Vizcaya). A finales de ese mismo año el Juzgado Militar n.º 41 de Azuaga lo procesaría por «rebelión militar» a la par que ordenaba su ingreso en la cárcel de dicha localidad. En dicho establecimiento penitenciario permanecería hasta que a mediados de junio de 1941, en tanto se sustanciaba su causa, salió en prisión atenuada con la obligación de presentarse en el cuartel de la Guardia Civil cada quince días. Las durísimas y reiteradas palizas y torturas que recibía en sus comparecencias en el cuartel y la imposibilidad de ganarse la vida  lo llevaron, un año después, a echarse al monte a finales de septiembre de 1942.

A partir de entonces se uniría a la guerrilla que comandaban su paisano Juan Manuel García Martínez, El Chato de Malcocinado y Lorenzo García Romero, El Chato del Cerro, junto a quienes y bajo los alias de Alemán o Piñón, pasó los dos años siguientes. Sus últimos meses de vida transcurrirían junto a este último y su compañero Lorenzo Atahona, Turronero, con quienes participó en el secuestro de Rufino Boza Hernández en la finca Colmenar Blanco de la localidad sevillana del Real de la Jara, a orillas del río Viar, hecho que llevaron a cabo la tarde del 31 de julio de 1944. Tras solicitar un rescate de 100.000 pesetas al padre del secuestrado, cantidad que durante las negociaciones rebajaron a 50.000, el grupo se encaminó hacia terrenos de la finca Cabeza García, lugar donde debía ser entregado el dinero del rescate al día siguiente.

El día 1 de agosto, al darse cuenta de que un numeroso grupo de fuerzas de la Guardia Civil se aproximaba hasta el lugar donde se hallaban aguardando la entrega del dinero, decidieron soltar al secuestrado, al que además indicaron el camino que debía seguir para regresar a su finca, antes de encaminar. Sobre las 11 horas de la mañana del día 2 las fuerzas que les seguían los pasos los emboscaron y tirotearon en las faldas del Cerro Cabeza García, del término de Fuente del Arco (Badajoz), abatiendo al cerreño Alonso Atahona Turronero, en tanto que Florencio y El Chato lograban escapar ilesos de la encerrona, si bien por poco tiempo.

Al día siguiente, 3 de agosto, sobre las 18 horas, los fugitivos fueron detectados y tiroteados por uno de los grupos perseguidores ¾a cuyo frente estaba el sargento comandante del puesto de Alanís Francisco Velasco Segura¾ en las inmediaciones del Arroyo de Las Encarnaciones que discurre por terrenos de la finca El Coto del término municipal de Alanís, logrando guarecerse entre las breñas que rodean la fuente de La Cazuela, inmediata al arroyo aludido. Tras sostener un duro  intercambio de disparos durante más de cuarenta minutos y viéndose acorralados con la llegada de otro grupo de guardias civiles que se les echaban encima por su retaguardia, El Chato y Florencio intentaron abandonar el lugar y escabullirse ladera arriba con dirección a la finca conocida como El Saltillo, logrando esto tan solo El Chato y cayendo herido Florencio. Cuando los guardias se acercaron al cuerpo, este yacía muerto presentando además de un disparo de bala en la espalda, un profundo corte de navaja en su garganta. Junto al cuerpo se hallaban las armas de Florencio: una escopeta de dos cañones del calibre 12 mm y dos pistolas, una Astra del 9 largo y otra del 9 corto marca Valnan. En los bolsillos de la chambra que llevaba puesta en el momento de su muerte, fueron hallados tres cargadores de pistola, un billete de 50 francos franceses y 560 pesetas en moneda española (2 billetes de 100, 12 de 25 pts. y 12 de 5 pts.) además de una libreta de notas con diversos apuntes y dos recortes de periódicos de ese mismo año.

Su cadáver permanecería en el lugar custodiado por tres guardias hasta que sobre las nueve de la mañana del día 4, una vez que el forense de Alanís Juan Manuel Pérez Cabrera certificó la muerte del mismo, el juez municipal Rafael Diéguez ordenó el levantamiento del cadáver y su traslado al cementerio municipal de Alanís para la práctica de la autopsia, la cual le fue practicada sobre las 13 horas por el facultativo antes citado y su colega Manuel Díaz Feliú. En su informe escribieron que el cuerpo de Florencio presentaba dos heridas mortales: «una producida por arma blanca, de unos veinte centímetros de largo por diez de profundidad que secciona piel, tejido celular subcutáneo, músculos carótidos y yugulares de ambos lados y tráquea. Otra herida de arma de fuego con entrada a nivel de apófisis transversal izquierda de la quinta vértebra lumbar y salida por el vacio izquierdo».

Su cuerpo recibió sepultura a las 18 horas de ese mismo día 4 en una fosa situada a la distancia de 28 metros al norte, 30 al sur, 8 al este y 32 al oeste del cementerio municipal de Alanís. Su defunción «debida a choque con la fuerza pública» fue inscrita el día 6 de agosto de ese mismo año de 1944 en el Libro de Defunciones n.º 31, folio 27, del Registro Civil de la citada localidad de Alanís.[1]

 


[1] ATTM2S: Causas 1064 y 1268/41; 983 y 1309/43 y 1066 y 1085/44.