Emilio Fernández Seisdedos

Zalamea la Real
Huelva

Emilio Fernández Seisdedos (a) Emilio el Platero nació el 14 de diciembre de 1910 en Zalamea la Real, hijo de Emilio Fernández y de María Seisdedos. Hermanos Esperanza (que murió a los 12 años en 1913), Herminia, Antonio, María y Domingo. Emilio era el cuarto de los hijos. Sus padres eran los plateros del pueblo y sus aldeas y de otros pueblos cercanos.

Aprendió el oficio de carpintero con Rodolfo Gómez, en cuya carpintería trabajó varios años hasta que entró en la Compañía de Riotinto y a finales de 1933 es despedido al reducir la plantilla la empresa. Se hace cargo del taller de platería junto a su hermano Antonio, saliendo sus hermanas Herminia y María a vender la mercancía a otros pueblos.

En la mañana del sábado 18 de agosto de 1936 se entera de la sublevación de los militares, estando en Valverde del Camino vendiendo género de platería. No participa en registros, desmanes ni en la vigilancia de la cárcel, aunque sí lo hace su hermano Domingo, militante como él en el sindicato CNT. Huye de Zalamea en la mañana del 25 de agosto de 1936 al ser ocupada, tras una dura lucha, por los sublevados. Regresa en la mañana del día 27 y es detenido a las pocas semanas y encerrado en la escuela, donde sólo pasa dos noches.

En diciembre es llamada su quinta a filas y es trasladado a Sevilla al Regimiento de Infantería nº 34. A finales de enero trasladan a su regimiento a Villafranca de Córdoba, donde recibe su bautismo de fuego, y luego a Villa del Río, de donde deserta a las filas republicanas el 10 de marzo de 1937. A los pocos días de su deserción es detenida su madre e ingresada en la prisión de Sevilla, de donde saldría en libertad una vez terminada la guerra.

Ascendido a sargento, es destinado al cuartel de Benalúa en Alicante y más tarde a Santa Pola. A finales de septiembre de 1937 su hermano Domingo es fusilado en Huelva tras entregarse por el bando de respetar la vida a quien no tuviera las manos manchadas de sangre.

En abril de 1938 combate en los frentes de Morella y Cuevas de Vinromá (Castellón), de donde escapa milagrosamente. Llega a Castellón y se bate en retirada hasta Sagunto. Allí es incorporado a la 83 brigada, participando en la ofensiva de Valsequillo, Los Blázquez y Guadalcanal (Sevilla), haciendo muchos prisioneros. Al poco el Estado Mayor lo traslada a la escuela militar de Godella y Bujasot (Valencia), haciendo los cursos de teniente siendo destinado a la 225 brigada en el frente de Teruel, donde le coge el fin de la guerra.

Llega a Valencia intentando salir de España pero ve que es imposible por el control férreo a que les someten los soldados vencedores. A mediados de abril de 1939 llega a Zalamea y a los pocos días es detenido por la guardia civil y trasladado al campo de concentración establecido en el puerto pesquero de Huelva; a los 10 días lo encierran en el campo de concentración de Peguerillas (en un antiguo almacén de guano); a mediados de junio lo llevan al campo de concentración del cuartel de Sotomayor en Viator (Almería). A primeros de septiembre le trasladan al campo de concentración de Rota (Cádiz). En enero de 1940, vuelta a la prisión provincial de Huelva y el 14 de abril es condenado a muerte por un tribunal militar y sin defensor. En el verano de 1940 es ingresado en la prisión provincial de Sevilla, en la celda 14 (la de los condenados a muerte), en la que pasa más de dos años; de nuevo a la prisión provincial de Huelva y es puesto en libertad provisional al poco tiempo, principios de 1944.

Su hermano Antonio es detenido por varios falangistas, entre ellos aquel que detuvo a su hermano Domingo, y a los dos meses es ingresado en el psiquiátrico de Miraflores (Sevilla), donde fallece al poco tiempo de una hemorragia de estómago.

Retoma su profesión de joyero en el taller de su tío Seisdedos, siendo detenido a los pocos meses acusado de formar parte de una organización clandestina y condenado a dos años de prisión. Cuando sale en libertad en 1946, vuelve a ejercer de platero y a los pocos meses se establece por su cuenta y forma su familia.

Hoy, a sus 99 años, sigue conservando la memoria y no siente rencor por aquéllos que tanto daño hicieron a él mismo y a su familia, pero sin olvidar lo que sucedió.

Sirva este testimonio como homenaje a un luchador por la libertad.