Cayetano Martínez Artés

Almería
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Actuación política, procesamiento y muerte de Cayetano Martínez Artés

En los comienzos de los años treinta surgen en la provincia de Almería una serie de prohombres progresistas, que hacen valer su carisma para superar las contrarias estructuras sociales y cuando llegan a ocupar puestos de importancia en la estructura de poder republicana u ocuparon algún cargo de relevancia se aplicaron en la consecución de logros sociales para los componentes de su propia clase social, que no habían sabido, o podido, desasirse de las ataduras que imponía la estructura tradicional de trabajo y sometimiento a los detentadores de los medios de producción. Uno de estos hombres fue Cayetano Martínez Artés.

1. Datos biográficos

Cayetano Martínez Artés nace en la localidad almeriense de Alhama de Almería en el año de 1900, era hijo de Antonio Martínez y Olalla Artés, que tuvieron diez hijos, de los que Cayetano era el cuarto de los hermanos y entre los que se encontrarían cuatro mujeres. De familia de agricultores, sus hermanos siguieron la tradición familiar y se dedicaron al cultivo de la tierra de la que eran propietarios de algunas parcelas y a la exportación de uva, a excepción de Cayetano que decidió cursar estudios de bachillerato y optar a un puesto entre el funcionariado estatal.

Cuando acabó sus estudios se le presentó la oportunidad de opositar a Correos, consiguiendo sacar una plaza de oficial siendo destinado a Bilbao, donde comenzó su carrera laboral y se casó en 1928 con novia de siempre María Teresa López Granados. Transcurrido el tiempo se le ofrece la posibilidad de permutar su plaza de Bilbao con la otro compañero vasco que estaba destinado en Canjáyar, lo que llevó a efecto en 1931. Fue en esa localidad almeriense donde nace su primer hijo, Antonio; luego tendría tres más llamados Nicolás, Olalla y Cayetano. Al poco tiempo de obtener su plaza en Canjáyar traslada su residencia a Almería, a la calle Rafaela Jiménez nº 1 y fue allí donde iba comenzar a dar sus primeros pasos en la política y donde seguiría teniendo fijado su domicilio familiar a la finalización de la guerra.

Aunque, durante un periodo de la guerra y más concretamente desde enero de 1937, debido a los bombardeos de la capital almeriense por la marina nacionalista, trasladó su residencia familiar a la barriada de La Cañada, que estaba situada en las afueras de la capital hacia el Levante, donde ocuparía la parte baja de una casa cortijo. La primera estancia en esta localidad fue breve, ya que en febrero de 1937, ante el temor de avance de las tropas franquistas tras la caída de Málaga, la posible ocupación de la capital almeriense y los bombardeos hacen que decida trasladar a toda su familia a Barcelona donde iban a permanecer hasta mayo del mismo año, fecha en la que decidieron volver de nuevo a la casa cortijo de La Cañada, al no producirse la temida ocupación de Almería y teniendo que sufrir los mismos o peores bombardeos en la capital catalana.

En un sentido más íntimo podemos afirmar que durante toda su vida tuvo dos grandes pasiones que fueron su familia y la caza. Esta afición, sin duda, heredada de su padre la siguió practicando hasta en el periodo de guerra. Tampoco perdonaba, siempre que se le presentaba la ocasión, la degustación de un buen tabaco y el café.

En cuando a su carácter un informe de la Guardia Civil dice que “era un individuo de carácter reservado en familia y ante los vecinos, en su domicilio se relacionaba poco, solamente se observaban las visitas de un tal Vizcaíno Vita y José Fernández Doris, presidente que fue de la Cámara Oficial Uvera.” Como podemos apreciar de este mismo documento Cayetano Martínez era un hombre familiar, que gustaba de estar con sus amigos; pero no era amante de la notoriedad y grandes alharacas.

2. Actuación política

Cuando ingresa en Correos, como oficial tercero, se afilió al Sindicato de Correos de la UGT y en junio de 1931, al poco de proclamarse la República, lo hace en el PSOE. En 1932 fue presidente de la Agrupación socialista de la capital, cargo que ocuparía durante cinco meses. En 1933 fue contador en la misma agrupación socialista y en diciembre de 1936 fue designado Secretario General, cargo que ocuparía hasta 1939. También estuvo afiliado al Socorro Rojo Internacional de Almería, donde ocuparía el puesto de presidente durante toda la guerra.

Su ascenso a primera figura política se produce cuando se proclama el levantamiento militar en la capital almeriense. Esto fue como consecuencia de que al comienzo de la sublevación el Diputado Provincial Gabriel Pradal ideó la formación de un órgano que integrara los poderes en la capital almeriense, dando lugar a la creación del Comité Central Antifascista, que fue llevado a efecto en los primeros días de julio de 1936 y de cuyo comité fue nombrado presidente. También fue vicepresidente del Consejo Provincial y aunque la presidencia oficial correspondía al Gobernador Civil de la provincia, en la práctica ésta era delegada en el vicepresidente. Este puesto de máxima responsabilidad política fue ocupado hasta el final de la guerra civil por Cayetano Martínez Artés. Otro cargo ostentado fue el de Presidente del Comité Permanente del Frente Popular.

3. La sublevación militar y el periodo de guerra en Almería

El testimonio que poseemos de la actuación de Cayetano Martínez Artés ante la sublevación militar en Almería, es el resultante de la declaración realizada ante la Guardia Civil que había procedido a su arresto. En este atestado Cayetano declaró que cuando se produjo la promulgación del Bando de Guerra en Almería el día 21 de julio de 1936, él permaneció en su casa hasta las siete de la tarde, hora en la que fue a la oficina de Correos, con la idea de cambiar impresiones de lo sucedido con sus compañeros, cosa que no pudo hacer por encontrarse estas oficinas cerradas. Ante este contratiempo decidió regresar a su domicilio.

Siguiendo su propio testimonio, añadió que el día 22 de julio de 1936 fue requerido por Rafael García (PSOE) para que se presentara en la Federación Socialista, donde se iba a constituir el Comité Central Antifascista. Que sería formado a los dos o tres días, una vez reunidas todas las organizaciones políticas y sindicales y designados cada uno sus representantes. En una primera designación resultaría elegido Cayetano Martínez como vocal y en una reunión posterior, lo fue como presidente.

El Comité Central Antifascista fue un poder paralelo al del Estado, que hasta ese momento había estado representado en la provincia por el gobernador civil. Ese Comité Central nació con la intención de controlar la retaguardia en todos sus aspectos, ocupando un abanico de sectores donde podemos encontrar desde los abastecimientos a las prisiones.

Aunque hemos visto anteriormente que en la constitución del primer Comité Central se encontraban militantes, éstos no se incorporaron desde un principio a éste, aunque sí lo hicieron a los pocos días.

Como hemos podido apreciar las tareas asumidas por el Comité Central fueron muchas y de toda índole, aunque la idea principal que motivó su formación fue la moderación de la actuación revolucionaria, según las palabras de Cayetano Martínez, “la actuación del Comité consistía en ir encauzando el Movimiento revolucionario, hasta que el Gobierno diera disposiciones y tuviera los medios coercitivos suficientes para evitar toda clase de desmanes que se pudieran cometer.”

Auque, como hemos visto, el Comité Central se creó y organizó con unas finalidades distintas, lo cierto es que una porción del mismo constituyó el Comité de Presos y fueron éstos los causantes de una parte importante de la represión de retaguardia ejercida en la capital almeriense y ofrecieron una cobertura propagandística a los rebeldes para ejercer su acción represora a la finalización de la guerra. Tras la entrada y toma de poder en la provincia almeriense, apoyándose los sublevados en las muertes producidas en la retaguardia, como era habitual, hicieron responsable de toda esa represión a la totalidad del Comité Central y muy especialmente a su presidente Cayetano Martínez Artés.

Es el propio Cayetano el que nos da la información de lo sucedido en esos primeros días de excitación revolucionaria y la actuación del Comité Central cuando dice “…que en los primeros momentos casi pudo conseguirse este objetivo, evitando el saqueo de establecimientos, que el pueblo quería hacer. Con los detenidos de derechas se siguió un procedimiento benigno, siendo puestos en libertad a los pocos días de ser detenidos, casi en su mayoría, así como a la Guardia Civil, que en muchísimos casos fueron puestos en libertad y mandados a sus pueblos respectivos; que después, y ante la llegada a Almería de unas partidas de Málaga, que se titulaban Panchos, que venía con el único objeto de asesinar gente en la retaguardia de los que ya estaban detenidos…”

Tenemos noticias de su resuelta oposición a la comisión de violencias en las personas de derechas, e incluso el propio Cayetano nos lo recuerda “…que a esto me opuse resueltamente, hasta el punto de que un día que quería ir al barco, constituido en prisión, mandé allí a un miliciano de confianza para que lo evitara a todo trance, produciéndose un incidente entre los que quería asaltar el barco y los que lo defendían…” Cuando declaraba esto en su interrogatorio ponía de testigos de lo sucedido a los propios presos de derechas que se encontraban en las bodegas del barco prisión. Si bien ninguno fue llamado a declarar en esta causa.

El presidente del Comité Central pudo contener los excesos de los exaltados justo hasta que llegó al puerto de la capital almeriense el cañonero Jaime I, con una gran dotación de hombres a los que las autoridades gubernamentales y el Comité Central no pudieron oponerse, debido a la aplastante fuerza militar que podían desarrollar y la resuelta decisión de su comandante de hacerlo si fuera necesario. Nos cuenta Cayetano Martínez, que la primera visita que recibieron del comandante del navío, tanto al gobernador civil como a él mismo fue para amenazarles con asesinarles por fascistas.

Con motivo de la presencia de la dotación del Jaime I y la estancia en la capital almeriense de los grupos conocidos por “Los Panchos” venidos de Málaga, el Comité perdió la capacidad, o desistió, de controlar que no se produjeran abusos contra las personas o las cosas. Otra vez nuestra fuente es el propio Cayetano, “se formó un ambiente que me consideré imposible de contener.” Ante esta situación el presidente del Comité planteó a sus compañeros en el PSOE que no podía compartir la responsabilidad, así como ninguno de los miembros del partido, de lo que sucediera y propuso el abandono de los puestos del Comité Central Antifascista.

Esta dimisión no se llevó a efecto, por una parte por la petición realizada por algunas familias pudientes de Almería y por otra porque “ante la situación tan difícil porque atravesaba Almería y teniendo en cuenta las manos en que iban a quedar, era preferible quedarse, poniendo todos nuestros medios para evitar lo que se pretendía.”

La situación continuó complicada porque en aquellos momentos se producían muertes de personas por el Comité de Presos, de las que Cayetano Martínez manifiesta “no haber tenido noticias hasta después de haberse producido y cuando tuvo información con antelación siempre intentó evitarlas.” Aunque se había propuesto no abandonar el Comité Central, para que la situación no empeorara, en muchos momentos se vio tentando de abandonar su puesto por el desaliento e impotencia que sentía ante la actuación de algunos de sus compañeros del Comité de Presos.

En su continua lucha por evitar desórdenes en la provincia Cayetano Martínez creyó que si se encauzaba la actuación contra los desafectos a la República a través de la Justicia Especial podía de esta forma eliminarse la actuación particular de grupos incontrolados, por este motivo cuando se hubieron constituido los Tribunales Populares, “habló con los magistrados de Almería que habían de formarlo, como eran los señores Salcedo, Higueras y Saltús, que les hizo ver la terrible situación de Almería; que la gente estaba dislocada y que la única manera de evitar en parte lo que estaba ocurriendo era que se constituyera dicho tribunal y actuara con urgencia…” Lo que pretendía Cayetano Martínez era que actuara la Justicia, para dejar sin argumentos a los violentos y poder así comenzar la recuperación del poder por parte del Estado.

Solo sería con la llegada del gobernador Gabriel Morón y con las medidas de fuerza adoptadas por éste que se conseguiría lo que estaba intentando Cayetano Martínez desde el mismo día de producirse la sublevación militar en Almería. La desaparición del Comité Central significó la recuperación del poder por parte de las autoridades estatales en la figura del gobernador civil. El Comité Central quedó entonces como un mero organismo informativo, lo que determinó su decline y desaparición progresiva, hasta hacerse efectiva a mediados del 1937.

4. La huida de Almería

Cayetano Martínez Artés siempre se había negado a abandonar la capital almeriense, por considerar que su actuación no había sido en nada delictiva. Como hemos podido comprobar con anterioridad tenía hermanos en las Islas Británicas, donde pudo haberse exiliado sin ningún problema antes de que la situación se hiciese imposible al final de la guerra. Pero su intención fue siempre el permanecer en España.

En sus manifestaciones en el juzgado militar nos confirma este hecho “en todo momento pensó no abandonar Almería, como lo podía demostrar por distintos requerimientos de dos hermanos que tiene en Londres, para que se marchara allí y que únicamente intentó hacerlo temiéndole a la situación que pudiera producirse en los primeros momentos de la entrada de las tropas del Generalísimo en Almería.”

Pero llegado el final de la guerra, viendo que los compañeros intentaban salir de España hacia el exilio, se iba a dejar llevar por la inercia general y el miedo a la actuación de las tropas franquistas a su entrada en Almería, y junto a tres compañeros intentaban la salida de España por el puerto de Alicante.
Sobre este episodio nos habla Cayetano Martínez “que ellos su primera intención fue marcharse fuera de España… para lo cual al llegar a Murcia vieron que era imposible el salir, pues ya las autoridades nacionalistas se había hecho cargo de la capital… Al resultarles imposible la continuación del viaje hacia Alicante, entregaron sus armas a las autoridades de Murcia y decidieron regresar a la provincia almeriense y esperar expectantes los días venideros. Con esta sensación continuaron viaje y al llegar al empalme de Overa cogieron la carretera general de Baza y por ésta se internaron en la sierra.

Así, en los últimos días del mes de marzo de 1936, sin poder precisar la fecha exacta, Cayetano Martínez Artés se encontraba viajando, en un vehículo de dotación del Cuerpo de Carabineros de Almería, que les había sido facilitado por éstos y que era conducido por un tal Francisco Mateo, junto a otros tres compañeros por la Sierra de Filabres.

Las tres personas que le acompañaban en su huida a ninguna parte eran Manuel Alférez Samper, José Martínez Navarro y un agente de policía llamado Fenoy, del cual no hemos podido encontrar más datos. Sabemos de la presencia del grupo en las poblaciones de Tahal, Macael y Olula del Río y en esta última población estuvieron en el cortijo “El Fraguero”, donde vivía Juan Duarte Sorroche, lugar en el que dejaron una maleta y un maletín, que fueron recogidas a los tres días por una persona montada en una caballería, manifestado que las recogía de parte de Cayetano Martínez.

Fue en el “Fraguero” donde decidieron separarse, y cada uno tomó el camino que creyó más conveniente o seguro. Cayetano decidió dirigirse a un lugar conocido de recuerdos agradables y ocultarse junto a su hermano Alfredo en Olula del Río, concretamente en el cortijo “Las Monjas”, que era propiedad de la familia. Búsqueda y detención. Como consecuencia de la denuncia presentada ante la Guardia Civil de Almería por la Auditoría de Guerra, se comienzan las investigaciones conducentes a determinar su localización para la obtención de su detención. De esta misión se encargó la Guardia Civil, dado que contaba con una Unidad Militar, mandado por un sargento de este Instituto Armado, con la especial misión de la captura de los requisitoriados y huidos. El 20 de abril de 1939 este sargento va a comenzar las actuaciones encaminadas a la captura del ahora fugitivo Cayetano Martínez Artés.

En el atestado confeccionado para su detención iban a figurar cargos como que había sido presidente del Comité Central Antifascista de Almería y presidente del Frente Popular, así como se le hace responsable de, y copio literalmente, “innumerables asesinatos y desmanes.” Como era habitual al representante político de una localidad se le hacía responsable de todos los hechos ocurridos en su demarcación territorial.

El sargento jefe del equipo de captura de requisitoriados obtiene noticias de que se encontraba escondido en la Sierra de Filabres. Con esta información, el sargento y varios guardias civiles se trasladan al lugar de la sierra donde la delación decía se encontraba Cayetano Martínez Artés. Al llegar a la zona recibe ayuda de diferentes personas que le indican “que en los últimos días de marzo, junto a otras tres personas, en un vehículo habían estado en Tahal con dirección a Macael u Olula del Río.”

Sabiendo la Guardia Civil de la existencia de la propiedad de un cortijo en la última localidad que pertenecía a la familia de Cayetano Martínez, sin perdida de tiempo se desplazó hasta el lugar donde se encontraba el cortijo, se le buscaría durante todo el día y cuando ya era noche, sobre las 22.00 horas, fue encontrado, no sabemos como, escondido en una cueva en forma de acequia, siendo detenido por los números de la Guardia Civil y conducido a la capital.

5. Procesamiento

Como hemos tratado en la publicación de este autor La represión franquista en Almería 1939-45, según el esquema ideológico de Nuevo Régimen, la ostentación de un cargo político, sindical o institucional en periodo republicano, ponía de manifiesto, o probaba en su contra, la identificación ideológica con la República y esto conllevaba la imputación del delito de Rebelión en el grado máximo, el de Adhesión. Delito cuya pena debía estar incluida en el tramo que iría desde los 20 años y un día a muerte.

El régimen surgido de la sublevación tenía un objetivo perfectamente claro, y este era el borrar la existencia de la República y de todo recuerdo de que alguna vez existió, lo que representó y a quienes la integraban de una forma activa, al ser elegidos por el pueblo como sus representantes. Un sistema, el republicano, que no se iba a continuar y que debía ser sustituido por el llamado eufemísticamente “Democracia Orgánica”, y que no era nada más que la máscara de una de tantas dictaduras.

El procedimiento impuesto por la Junta de Estado Mayor, que había sido extraído del Código de Justicia Militar de 1890 y que fue puesto en vigor, tras haber sido derogado por la República en 1931, fue el procedimiento Sumarísimo, al que se le añadió el calificativo de “Urgencia”, para facilitar a los jueces militares la ingente tarea de procesar a la mitad de España. Con el apelativo de “urgencia” lo que se decía era que autorizaban a los jueces a no realizar las pruebas testificales o de otro orden, que pudiesen retrasar la instrucción del procedimiento. Había que juzgar y hacerlo rápidamente.

También debemos aclarar que el término “Sumarísimo”, hacía referencia a un tipo de procedimiento que era denominado “inquisitorial”, que se caracterizaba porque la acusación predominaba sobre la defensa; es decir, había que demostrar que se era inocente y no que la acusación demostrara la culpabilidad del procesado.

La falta de garantías procesales eran evidentes en toda la instrucción del procedimiento, pero la Justicia Militar cumplía perfectamente los cometidos para los que había sido elegida en detrimento de la ordinaria, ejemplaridad, rapidez y severidad en el castigo.

Tras la finalización de la guerra civil Cayetano Martínez Artés fue denunciado por “extremista y saqueo”, fue perseguido, detenido y procesado por la Justicia Militar. El procedimiento Sumarísimo de Urgencia, que le fue instruido a Cayetano Martínez Artés fue numerado por la Auditoría de Guerra del Ejército de Operaciones del Sur, que se encontraba ubicada en ese año en Sevilla, con el 19.340 de 1939.

El órgano judicial arriba citado remitió orden de proceder contra Cayetano Martínez al Auditor Delegado de los Servicios de Justicia de Almería en fecha 30 de abril de 1939. Se le inició el procedimiento judicial el 2 de mayo de 1939.

Para la instrucción sumarial del procedimiento se designa al oficial 2º del Cuerpo Jurídico Militar Honorario y juez de Almería José Arenas Arévalo, cuyo juzgado se encontraba ubicado en el edificio del “Casino”. El juez designado nombra secretario judicial al Cabo de Artillería José Salinas Bermejo; que por Diligencia dada en Almería el 2 de mayo de 1939 acepta la designación y manifiesta no tener incompatibilidad para el ejercicio del cargo.

El mismo día que se nombra secretario, por Providencia del juez se decreta la prisión de Cayetano Martínez Artés, librando el oportuno mandamiento al director de la prisión provincial del Ingenio. También se solicitan los informes preceptivos de las autoridades del Nuevo Régimen, que como sabemos eran considerados judicialmente como prueba testifical.

El día 8 se recibe el informe que corresponde a la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Almería, que entre otras cosas dice “Que cuando el Glorioso Movimiento Nacional hizo cuanto pudo para su fracaso en esta ciudad… durante la dominación roja ostentó los cargos de Presidente de la Diputación, varias veces, Gobernador Civil interino y Presidente del Frente Popular.” De nuevo podemos ver la consideración como delito de la identificación ideológica con la República, manifestada en la ocupación de cargos públicos.

El informe de la Guardia Civil le imputa el haber sido presidente del Comité Central Antifascista desde los primeros momentos hasta que desapareció dicho organismo y enumera los distintos cargos políticos ocupados por Cayetano Martínez durante el periodo de guerra.

El 11 de mayo del mismo año se dicta Auto de Procesamiento, considerando las imputaciones comprendidas en los artículos 237 y 238 del Código de Justicia Militar de 1890 y Bando declarativo del Estado de Guerra y se ratifica la prisión preventiva, lo que se le notifica al procesado el mismo día, por el secretario y se le hace saber el derecho a nombrar defensor entre los oficiales del turno. Cayetano Martínez no designa defensor, pero si firma el “enterado” de lo que se le había notificado.

Entre los testigos de cargo podemos encontrar a Andrés Grau Azorín, que le acusó de haberle incautado maderas de su almacén por valor de 10.000 pesetas. Según la versión del testigo, en su almacén de maderas se presentaron, el 28 de septiembre de 1936, unos milicianos que le mostraron un oficio firmado por Cayetano Martínez y que le exigieron la entrega del género depositado en el mismo. El testigo mostró en el acto de la declaración un recibo de lo incautado firmado por Cayetano como presidente del Comité Central Antifascista de Almería.

El otro testigo que concurrió a prestar declaración en el juzgado encargado de la instrucción de la causa judicial fue Miguel Alarcón Márquez que manifestó que había sido detenido y encarcela por orden del Comité Central el 23 de agosto de 1936 y que para que fuese puesto en libertad tuvo que satisfacer una multa de 2.000 pesetas.

Como vemos las dos declaraciones prestadas en su contra hacen referencia a posibles delitos económicos, que por muy graves que fuesen nunca podía acarrear la petición fiscal de pena de muerte. Quizás fuera por este motivo que desde la fiscalía se le acusaba, sin ninguna prueba fehaciente que obre en el sumario, de la confección de listas de personas para ser ejecutadas y posterior saqueo de sus domicilios. Estos cargos buscaban justificar la petición de la pena capital, aunque tampoco lo necesitaban, dando un barniz de legalidad a un proceso que era del todo punto ilegal.

Cuando Cayetano Martínez en el curso de su declaración indagatoria, prestada el 11 de mayo de 1939, llegó a admitir que fue presidente de la Diputación, varias veces gobernador interino, presidente del Comité Central y del Frente Popular. También admitió que llegó a estampar su firma en las multas que se imponían a las personas clasificadas como desafectas, que debían abonar para ser puestas en libertad.

Añadió en esta misma declaración, posterior al Auto de Procesamiento, que “no recuerda si alguna vez, para que no vieran los marxistas que se oponía a todos los desmanes permitió el saqueo de algunas viviendas desalojadas, donde no podía haber peligro para las personas.” En ningún momento, salvo en la acusación por parte fiscal, se aprecian manifestaciones que le imputen delitos contra la integridad de las personas o que condujesen a la muerte de alguna de ellas.

Las actuaciones serían juzgadas por el Consejo de Guerra Permanente de Almería, que se reuniría el 13 de mayo de 1939, a las 16.00 horas, para la celebración del Consejo de Guerra.

El mismo día por la mañana son citados por el Tribunal Militar el fiscal y defensor para el acto de la vista. A las 9.00 horas se cita al fiscal y se le hace entrega de la sumaria. A las 12.00 horas, con precisión militar, se le entrega el procedimiento sumarial al defensor. El mandato del juez de plenarios se hace en los siguientes términos, “hágaseles entrega de la sumaria por término de tres horas.”

A la hora señalada, las 16.00 horas el Consejo de Guerra quedó constituido. Por parte del presidente, el teniente coronel Alcántara, se procedió a la apertura del acto y dio autorización para la lectura del apuntamiento e interrogatorio del procesado. Tras el desarrollo del acto de la vista judicial, el fiscal en sus conclusiones finales mantuvo la acusación contra el procesado por considerarlo autor de un delito de Rebelión Militar, con la concurrencia de circunstancias de agravación muy cualificadas y solicitó para el procesado fuera condenado a la pena de muerte y que ésta se ejecutase en garrote vil. Por su parte el defensor, el teniente Cantero Roldán, entendió que procedía condenar al procesado a reclusión perpetua por Adhesión a la Rebelión. Poco margen de maniobra dejó la defensa al Tribunal. Sólo le faltaba decidir entre prisión perpetua o muerte.

A continuación, por parte del presidente del Consejo de Guerra, fue interrogado el procesado Cayetano Martínez Artés acerca de si tenía algo que añadir, a lo que contestó negativamente, dándose con ello el acto por terminado y el Tribunal se retiró a dictar sentencia.

La sentencia fue emitida en la misma tarde del día 13 de mayo de 1939 y en ella se le imputaban, como estaba previsto, a Cayetano Martínez las muertes y saqueos producidos en la capital almeriense, además de su pertenencia al PSOE y haberse puesto al servicio de la República, ocupando diversos cargos de responsabilidad y sobre todo su pertenencia al Comité Central Antifascista, donde se afirma emanaron las ordenes y se confeccionaron las listas para los “paseos” de los detenidos. También mantiene la sentencia que el acusado reconoce haber autorizado requisas y saqueos e impuso multas.

El fallo fue de culpabilidad de un delito de Adhesión a la Rebelión, condenándole a la pena capital y ordenándose en la misma sentencia que se informara de la misma al Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas para declararle civilmente responsable en la forma y cuantía que se determinase. La Justicia Militar no solo se encargaba de quitar la libertad, sino también informaba a otros tribunales especiales para enajenar los bienes de los procesados.

6. La ejecución de la sentencia

Como sabemos, las sentencias emitidas por los Consejos de Guerra no eran firmes sin la aprobación del Auditor de Guerra. Estaconformidad es notificada y aprobada en Sevilla el 6 de junio de 1939. Sólo quedaba un último trámite para la salvación de la vida de Cayetano Martínez; éste era la conmutación por parte del General Franco de la pena capital impuesta y que le había sido comunicada para su aprobación. Pero, esta vía también se agota cuando el 24 de agosto de 1939 se recibe un teletipo del “Generalísimo”, dándose por enterado de la pena impuesta y ordenando se notifique y ejecute el fallo recaído. Ya cabía tener ninguna esperanza.

El 6 de septiembre de 1939 la sumaria es pasada al juez de ejecutorias designado para este trámite, el teniente de Infantería Domingo Ferreira Rodríguez, con el fin de que procediese a notificar al reo la firmeza de la sentencia y realizar los preparativos para su ejecución. Este juez designa secretario para que le auxilie en su labor, designación que recayó en el sargento, también de Infantería, Cristóbal Espinosa García, que acepta la designación el mismo día que le fue entregada la sumaria al juez Domingo Ferreira.

También en la misma fecha, seis de septiembre de 1939, el juez de Ejecutorias oficia al Auditor de Guerra de Almería, interesando la fijación del día, el sitio y la hora en que debía producirse a ejecución del condenado. La contestación a ese oficio se realiza, por decreto del Auditor, en el mismo día, procediendo el juez Domingo Ferreira Rodríguez a trasladarse a la prisión provincial del Ingenio para notificar al reo la sentencia. A las 19.00 horas se le notifica la sentencia por lectura íntegra del texto de la misma. En este mismo acto le hace saber que entraba en capilla y le requería para que reclamase los auxilios espirituales.

Esa misma noche fue trasladado al cementerio de San José de Almería y a las 24 horas fue ejecutado y posteriormente enterrado en una fosa en tierra, situada en la parte derecha del paseo central en su cruce con el lateral. La certificación de su muerto corrió a cargo del médico forense Alipio Fernández del Campo García.

La figura de Cayetano Martínez Artés se corresponde con la de un hombre honesto dotado de unos grandes valores humanos, que fue reconocido como tal por sus contemporáneos, entre los que podemos contar al que fuera gobernador de Almería Juan Ruiz Peinado Vallejo, y la mayoría de sus compañeros de Partido. El propio Cayetano en su procesamiento quiso que se hiciera constar “que no se ha aprovechado en ningún momento de sus cargos para tener privilegios sobre el resto del vecindario; que está completamente seguro de no haber cometido ningún delito y que ha puesto todo su esfuerzo y su inteligencia en evitar toda clase de desmanes que siempre ha condenado.” Así acababa su vida un demócrata y un hombre de bien, que lo único que se le pudo probar fue que estuvo siempre a favor del pueblo y de la República legalmente elegida por los españoles.