Carlos Palomares González

Nerva
Huelva
Ramírez Copeiro del Villar, Jesús

Carlos Palomares González nació en Nerva el 22 de marzo de 1917. Ingresó en la Compañía Riotinto en 1931 como ayudante en el laboratorio general. Era anarquista, de la CNT y su última peonada fue el 17 de julio de 1936, con motivo de la huelga decretada en la mina contra el golpe militar. El final de la guerra le pilló en el puerto de Alicante, intentando escapar para no caer prisionero. Tuvo suerte y pudo embarcar en el Stanbrook, un viejo carguero inglés que zarpó el 28 de marzo de 1939 rumbo a Orán. Carlos Palomares, de 22 años, era el pasajero número 1.130 entre los 2.638 embarcados.

            Fue internado en un campo de refugiados y enviado luego a Bou-Arfa, en el desierto, para trabajar en la construcción del ferrocarril transahariano. Fue de los últimos en lograr la libertad y al salir contó con el apoyo de una red de ayuda a los republicanos, organizada entre los españoles que residían en Orán desde tiempo atrás. De esta forma conoció a una de estas familias, emigrada de Almería en 1928, y acabó casado con Dolores González Ruiz (Canjáyar, Almería, 1926), con la que tuvo tres hijos, Carlos (1947), Gerardo (1950) y M.ª Ángeles (1953), nacidos todos en Orán. Después de la guerra tuvo ocasión de aprender mecánica y equipos de construcción con los norteamericanos. Así que se colocó en los ferrocarriles argelinos (SNCFA). A causa de la guerra de Argelia se trasladó con la familia a Grenoble en junio de 1961 y trabajó en la fábrica Richier de maquinaria (conocida hoy con el nombre de Caterpillar). Su prestigio profesional y su origen español le llevaron como jefe de misión a Cuba, entre 1968 y 1974. Tras la muerte de Franco viajó a Nerva casi todos los años, acompañado de su esposa. Falleció en Grenoble el 10 de octubre de 1996.

            El 1 de noviembre de 1996, su viuda y sus hijos viajaron a Nerva y depositaron sus cenizas en el cementerio afirma su hijo Gerard— en el jardín de los caídos de la guerra civil, con autorización especial del Ayuntamiento. Había muchos amigos y familiares. Mi cuñado no quería que llevaran flores a su tumba -dice Manuela Pérez Orta- tan sólo una rosa y que ésta fuera roja o morada, como los colores de la bandera republicana. Había muchos amigos y familiares, una emoción tremenda y al final se reunió toda la familia, como en vida, y disfrutaron de una comida.

Fuentes

► Gerad Palomares (hijo, residente en Francia); Lola Palomares González (hermana); Manuela Pérez Orta (cuñada); AFR. Leg. 852; Escudero, Relación pasajeros Stanbrook; Reg. Civ. Nerva. Nacim. Tomo 68, fol. 109.  

► J. Ramírez Copeiro del Villar: En tierra extraña. El exilio republicano onubense. Autoedición, 2011.