Antonio López Sánchez-Prado

Ceuta
Sánchez Montoya, Francisco

“Cuando las manecillas del reloj apenas marcaban los primeros minutos de la madrugada del 5 de septiembre de 1936, el juez militar teniente coronel Ramón Buesa en compañía de su secretario se desplazan desde el acuartelamiento de Sanidad, donde hace pocas horas terminó el consejo de guerra, hacia el Cuartel del Rey, donde el alcalde se encontraba detenido junto a su secretario, De la Torre, y los vecinos de la barriada del Sarchal Ángel Guijo y Fidel Vélez”.

A buen seguro, en la soledad de aquel calabozo, todavía el alcalde confiaba y mantenía la esperanza de un posible indulto. Pero no fue así, al caer la noche del 4 de septiembre, se recibió desde la Jefatura de las Fuerzas Militares del Norte de África, con sede en Tetuán, el “enterado” y aprobación del fallo del Consejo de Guerra. Sánchez-Prado en su interior sabia que las tropas sublevadas tenían como primer objetivo crear pánico y miedo entre la población civil con ejecuciones sumarísimas y él en estos dos meses de detención había sido testigo de muchas.

Tras franquear el cerrojo de la celda el juez militar le ordeno se pusiera en pie, para leerle la sentencia definitiva, lo que realizó el secretario de los juzgados militares: “En la Ciudad de Ceuta a cinco de Septiembre de mil novecientos treinta y seis, reunido el Consejo de Guerra de Oficiales generales para ver y fallar la causa instruida por presuntos delitos de rebelión y sedición. EL CONSEJO FALLA, Que debe condenar y condena a los procesados Don Antonio López Sánchez-Prado, Adolfo de la Torre Guillén, Ángel Guijo Higuero y Fidel Vélez Roldan a la pena de muerte por el delito de rebelión militar. Lo firman todos los componentes del Consejo de Guerra, Tenientes Coroneles, Rojas Feigespán, Reig Valeriano, Lagar de Aramburu, Del Valle Marín y Tejero Ruiz“.

Acto seguido fueron conducidos a Capilla, manifestándoles que podían pedir los auxilios espirituales si los necesitaban. Todos firmaron la notificación. A las 6,30 de la madrugada llegó el piquete encargado de la ejecución y hacen guardia en la puerta. Tras una agónica madrugada, a las 8,30 los sacaron. En la puerta del cuartel les esperaba n dos camionetas de automovilismo y un coche. Algunos civiles, desde las aceras y sobretodo desde las puertas de las casas colindante con el Cuartel ‘Patio Hachuel’, ven salir a Sánchez-Prado junto a sus compañeros, esposados y custodiados por fuerzas militares, en sus rostros se ve la tragedia que les espera. Nadie se atreve a levantar la voz, el miedo los atenaza.

Tras recorrer las camionetas los escasos tres kilómetros, llegan a la zona conocida en el Tarajal como ‘El tripero’. Allí, un piquete de 20 hombres al mando de un oficial se prepara para llevar a cabo la ejecución, también está presente una Compañía del batallón del Serrallo nº 8, otra del grupo de Regulares nº 3 y secciones completas de Ametralladoras, de Sanidad, de la Compañía de Mar, un pelotón de la Guardia Civil, otro de Carabineros y una Falange de las milicias fascistas. La ejecución se llevó a cabo a las nueve de la mañana tras la orden del comandante. Acto seguido se procedió al desfile por el jefe de línea. El médico forense certificó las muertes y en un furgón de Sanidad militar fueron transportados al deposito de cadáveres del cementerio de Santa Catalina, donde se le entrega por orden del juez militar los cadáveres a los familiares para verificar su entierro, pero dejando bien escrito: “Que no podrá hacerse con pompa”.

“Se aproximan días terribles”

Toda aquella tragedia comenzó un 17 de julio de 1936, en esa tarde el alcalde recibió varias llamadas de amigos, indicándole que se marchara hacia Tánger, como ya lo habían realizado otros muchos ante un inminente golpe militar. Una de estas llamadas fue la del Presidente del PSOE en Ceuta (1933) Jiménez Cazorla y del Director del Puerto Piñuelas quienes cruzaron el paso fronterizo del Boch y entraron en la ciudad internacional de Tánger, con lo cual salvaron sus vidas. Ante tales manifestaciones el alcalde visitó al Delegado del Gobierno Ruiz Flores, para recibir noticias y saber las medidas preventivas. El Gobernador le manifiesta que el Presidente de la República y Ministro de la Guerra Casares Quiroga está informado y ya se han tomado las medidas oportunas. “En pocas horas, todo habrá terminado, todo esto es un bulo”, le manifestó.

Sánchez-Prado, vuelve nuevamente al Ayuntamiento, a pesar de los nervios y noticias alarmantes que llegan desde Melilla el alcalde conserva la tranquilidad y celebra un pleno municipal que desde hace unos días ya estaba programado. A la sesión municipal no asiste ningún concejal de los partidos conservadores y si Moisés Benhamú de Unión Republicana; Luís García Independiente; los miembros del PSOE Valentín Reyes, José Lendínez, Manuel Pascual, David Valverde y Antonio Becerra; del Partido Comunista Antonio Berrocal y Sertorio Martínez y Juan Arroyo de Izquierda Radical-Socialista, también asistió el secretario particular del alcalde, Adolfo De la Torre, de los presentes en el pleno ocho fueron fusilados, en diferentes fechas.

La sesión municipal se celebró en un ambiente poco propicio a tomar decisiones y apenas duro dos horas, destacando la petición del delegado del Socorro Rojo Internacional de Ceuta, Torres Ruiz (quien seria fusilado), solicitando permiso para organizar una verbena para el próximo 25 de julio y se estudió el presupuesto de los festejos patronales del mes de agosto y sin muchos más asuntos que tratar se cerró la sesión a las 21 horas, el alcalde sabedor de los acontecimientos que se podrían producir en la ciudad concluyó: “Ha terminado la sesión, pero ¡oíd! Se aproximan días terribles para la República y es preciso que nos unamos y nos preparemos para defenderla. No es ocasión de huelgas, ni de disensiones, sino de que todos, como un hombre, cumplamos nuestro deber, ¡Viva la libertad! ¡Viva la República!”.

A las 3.00 horas de la madrugada del 18 de julio lo sacaron de su casa esposado y escoltado por varios policías.

Tras concluir el pleno, el alcalde se reúne en su despacho con los concejales para tratar de unir fuerzas, y nuevamente, -como declaró en el consejo de guerra-, recibe más llamadas: Seguí durante toda la tarde-noche recibiendo persistentes llamadas telefónicas para que me marchara y al mismo tiempo considere por mi ejercicio facultativo como médico y por mi actuación como político, donde nunca perjudique a nadie y también por razones de ambiente, y sobretodo por el tono cariñoso de las personas que hablaron conmigo, incluso una de ellas, en tono angustiado a las nueve de la noche, todo ello indicaba el cariño que me tienen, pues solo se preocupaban de mí seguridad, yo les conteste, “que mi sitio estaba junto al pueblo que me eligió.

Permanece parte de la madrugada en el Ayuntamiento junto a su secretario De la Torre, sobre las 00,30 horas, desde la ventana de su despacho puede ver como llegan camiones con militares a la Plaza de África, tomando posiciones en la calles. El alcalde espera noticias de otros dirigentes políticos, siempre con el temor de u n posible asalto del edificio por las fuerzas sublevadas. Estuvo hasta las dos de la madrugada del 18 de julio en su despacho, marchándose a su domicilio, viendo por el Puente Almina y todo el Rebellin una gran presencia de soldados y falangistas, al pasar por delante del edificio de la Delegación del Gobierno vio como ya había sido tomado por fuerzas de Regulares. Al llegar a su casa, también pudo ver, por estar cerca de su domicilio como se había tomado la Casa del Pueblo en la calle Agustina de Aragón.

Sobre las tres de la madrugada del 18 de julio lo sacaron de su casa esposado y escoltado por varios inspectores de policías introduciéndolo en un automóvil, dentro se encontraban ya detenidos los hermanos Medina, militantes de Unión Republicana, que vivían frente al alcalde. Los dos fueron trasladados a la comisaría de la Plaza de los Reyes, a los pocos días Sánchez-Prado fue trasladado a los barracones de la prisión de García Aldave, allí pudo ver a la mayoría de los políticos y sindicalistas de la Ciudad, que también estaban detenidos.

Durante el tiempo que permaneció en la prisión, la llegada de la noche era un momento para el desazón y el pánico, el fue testigo como otros muchos de las “visitas” de los falangistas locales, con sus tristes sacas y ejecuciones en la vía publica.

El 12 de agosto lo trasladaron al Cuartel del de Sanidad, dando comienzo el consejo de guerra y en apenas 25 días se llevo a cabo su fusilamiento”.

Se puede acceder a un video sobre Antonio López Sánchez-Prado en la siguiente dirección:

http://www.youtube.com/watch?v=sF2EuBA_6FU&feature=player_embedded