Antonio Jiménez Jiménez

Montemayor
Córdoba

Antonio Jiménez Jiménez «Paquili» nació en la localidad cordobesa de Montemayor el día 14 de agosto de 1896. Era hijo de Francisco Jiménez Cuesta y de Elisa Jiménez Carmona. Jornalero de profesión, Antonio no sabía leer ni escribir, como la mayoría de los jornaleros de esa época, donde el analfabetismo superaba tasas del 32 % de la población.

Antonio Jiménez Jiménez sería reclutado, para su incorporación al Ejército, en el año 1917, siendo excluido temporalmente del contingente de ese reemplazo. Justamente en el año en el que cumpliría 21 años de edad, la coyuntura en el país estaba caracterizada por la gran crisis del 17, que hizo peligrar al gobierno e incluso al mismo sistema de la Restauración, coincidiendo además en el panorama internacional con la Revolución de febrero de 1917 en Rusia y la Primera Guerra Mundial, situación esta que hizo que la inflación y el incremento de los precios de los productos básicos para la subsistencia golpeara de nuevo a las clases económicamente más débiles, los jornaleros del campo cordobés, jornaleros sin tierra y sin recursos, fundamentalmente en Andalucía y Extremadura, donde los niveles de miseria y hambre alcanzaban límites alarmantes. Estas y otras injusticias sociales padecidas por las clases más desfavorecidas, harían que Antonio Jiménez Jiménez, pronto militara en el Partido Socialista Obrero Español y que formara parte activa como miembro del Comité del Frente Popular de Montemayor.

Apenas le faltaba un mes para cumplir los 30 años de edad, cuando Antonio Jiménez Jiménez contrae matrimonio el día 24 de julio de 1926 con la mujer que sería su esposa, Luisa Arroyo Moreno, hija de José Arroyo Varona y de María Dolores Moreno Nadales, nacida el día 20 de agosto del año 1900. De este matrimonio nacerían sus seis hijos: Francisco (1926), Elisa (1928), Pedro (1930), Corpus (1935), José (1935) y Antonia Jiménez Arroyo (1937).

En 1936, Antonio Jiménez Jiménez, compaginaba su trabajo de jornalero del campo con la regencia de un bar que ostentaba en un céntrico paseo de la localidad de Montemayor y con la venta de helados en verano y de caramelos en invierno por las calles en esta localidad y en la de Fernán Núñez, para poder alimentar a sus cuatro hijos (su hijo José, mellizo de Corpus, fallecería poco tiempo después de nacer) y un quinto más que esperaba, pues su esposa estaba de casi tres meses. El día 18 de julio de ese mismo año se vieron todos sorprendidos por el golpe de estado perpetrado por los militares contra la República Española.

Montemayor caería pronto, muy pronto, al igual que casi todos los pueblos de la campiña cordobesa, en manos de la Guardia Civil, conminada al alzamiento desde la capital y que directamente secunda el golpe de estado. Apenas tres o cuatro días y algunos tiroteos callejeros, bastaron para ganar la localidad, ante la débil resistencia obrera, mal organizada y peor armada. La Guardia Civil inmediatamente tomará el Ayuntamiento y el Centro Instructivo Obrero de Oficios Varios (Casa del Pueblo), comenzando automáticamente las detenciones de todos los dirigentes políticos y sindicales con ostentación de cargos políticos o militancia activa en organizaciones republicanas y frentepopulistas. Serían detenidos, en la plaza del pueblo, en los centros obreros, en el campo y en sus casas, e inmediatamente pasados por las armas.

Antonio Jiménez sería detenido en su casa la tarde noche del día 15 de agosto de 1936. Un camión se detendría delante de su casa y una voz amiga (un compañero del partido obligado a punta de pistola a delatar a sus compañeros) llamaría a su puerta. La confianza en esa voz, en ese compañero, haría que Antonio no tuviese miedo a abrir y no se planteara la huida. Nada más abrir la puerta sería detenido inmediatamente junto a otros dirigentes de partidos de izquierdas en esa misma tarde noche, ante la mirada atónita de su esposa embarazada y de sus cuatro hijos:

«Cuando lo detuvieron, a punta de rifle, le indicaron que subiese al camión, él estaba en camisa y en tirantes, y les contestó que iba a entrar a coger la chaqueta, diciéndole uno de los criminales asesinos… que a donde iba no le hacía falta la chaqueta.»

Tras su arresto, sería maniatado, subido a un camión junto a otras personas y trasladado de noche a las inmediaciones de la localidad cordobesa de Aguilar de la Frontera, distante de Montemayor solo 19 kilómetros.

«Se lo llevaron y jamás, su mujer, ni sus hijos volvieron a verlo. Algunos de sus hijos, ya fallecidos, jamás han podido saber dónde estaba el cuerpo de su padre, asesinado.»

Al apuntar el sol del día 16 de agosto de 1936, Antonio Jiménez Jiménez, sería asesinado en las inmediaciones de la Fuente de la Higuera, en el término municipal de Aguilar de la Frontera, con al menos otras dos personas más de Montemayor, algunas otras de la localidad de Fernán Núñez y otras de la propia localidad de Aguilar de la Frontera. Su cuerpo, sin vida, sería trasladado al cementerio de Aguilar, para ser arrojado y ocultado junto a los de otras 17 personas más (entre ellas dos mujeres) en la fosa número 19, del cuartel 1 de la zona 2 del cementerio.

El cuerpo de Antonio Jiménez Jiménez sería ocultado para así iniciar su desaparición física y documental. Una desaparición prolongada en el tiempo, una «desaparición forzada», con detención, asesinato y ocultamiento premeditado de su cuerpo.

Sus hijos pasaron años, muchos, buscando una pista para poder recuperar el cuerpo de su padre y darle digna sepultura. Algunos de ellos murieron ya si poder ver cumplido este último deseo. Pero su hija menor, Antonia Jiménez Arroyo, jamás desesperó, jamás se rindió y a pesar del tiempo trascurrido desde aquellos hechos (más de tres cuartos de siglo), mantuvo la esperanza de poder ver cumplido ese deseo antes de morir.

Gracias, a su constancia y búsqueda, hoy por fin podrá ver cumplida esa promesa, pues AREMEHISA (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera) (Córdoba), procederá a la entrega de los restos mortales de Antonio Jiménez Jiménez «Paquili» a su hija, tras haber sido exhumado su cuerpo e identificado genéticamente a través de las pruebas de ADN. Después de 76 años, Antonio Jiménez Jiménez, podrá descansar por fin en su pueblo natal, junto a su viuda, Luisa Arroyo Moreno, fallecida pocos años después, el día 10 de noviembre de 1948.

Pero a pesar de todo, este país todavía tiene una deuda pendiente con la familia de Antonio Jiménez. Incomprensiblemente, después del tiempo trascurrido, su muerte, su desaparición, legalmente aún no ha sido realizada en el Registro Civil. No existe partida de defunción que acredite su muerte, su desaparición.

Su viuda, Luisa Arroyo, intentó conseguirla algunos años después de su asesinato, sin que la misma se pudiese llevar a cabo. Jamás se registró.

«… tiempo después, le dijeron a su viuda que si firmaba un documento diciendo que su marido había muerto en el frente, librarían a sus hijos del servicio militar obligatorio y les pagarían los estudios, a lo cual ella contestó, que su marido no había muerto en ningún frente, que se lo habían llevado de su casa y lo habían asesinado, fusilándolo.»

«… a partir de ahí y como se negó a firmar, el futuro de sus hijos fue el hambre y la miseria, ya que, para más inri, le requisaron todos los enseres del bar que regentaba, así como la tienda de helados del verano.»

La represión económica, también alcanzó a otros miembros de su familia, pues sus hermanos, Luisa y Juan Pedro Jiménez Jiménez, fueron también objeto de la represión económica que el nuevo régimen y la nueva justicia surgida del «glorioso movimiento» impuso a través del control social y las responsabilidades políticas.

A pesar de todo, la tierra hoy nos devuelve la memoria, la tierra nos devuelve a Antonio Jiménez Jiménez «Paquili», y su familia, condenada a llorarle para siempre con un llanto silencioso, ya podrá llorar su vida y su muerte, con otras lágrimas distintas, lejanas, pero próximas. Y esas lágrimas próximas, harán que cientos de familias, con historias iguales y a la vez diferentes, alberguen aún esperanza, al conocer esta historia casi increíble, demasiado dura, demasiado trágica, pero que esta sucediendo de verdad.

Aguilar de la Frontera
26 de marzo de 2012