Los psicólogos que atienden a las víctimas en Cuelgamuros: “Se está dando dignidad a estas familias”.

El proceso de visitas de los familiares de las víctimas enterradas en lo que fue el mayor mausoleo franquista incluye la atención psicológica para soportar un “escenario agresivo”. Las visitas se iniciaron el pasado lunes en pequeños grupos y organizadas por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. 

Complejo monumental del Valle de Cuelgamuros, a 6 de diciembre de 2022, en San Lorenzo de El Escorial, Madrid
Complejo monumental del Valle de Cuelgamuros, a 6 de diciembre de 2022, en San Lorenzo de El Escorial, Madrid. A.Pérez Meca / Europa Press

El psicólogo Miguel Ángel Estévez se dirige temprano al Valle de Cuelgamuros, nombrado por el franquismo Valle de los Caídos. Desde hace solo unos días se dedica junto con el también psicólogo Florentino Moreno, ambos, profesores de la Universidad Complutense de Madrid, a acompañar y atender a las familias que han reclamado al Gobierno la recuperación de los restos de sus familiares depositados sin su permiso en las criptas de Cuelgamuros y que ahora, con los trabajos de exhumación en marcha, pueden visitar el lugar.

El pasado lunes comenzaron las visitas de familiares de víctimas a Cuelgamuros. El Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática que lidera Ángel Víctor Torres abrió las solicitudes tras una visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Hasta el momento se han recibido ya 60 peticiones de las 166 familias que han reclamado los restos. Tras la visita de Sánchez, las asociaciones memorialistas se quejaron de que el líder del Ejecutivo hubiera podido comprobar los trabajos de exhumación antes que los familiares. La Secretaría de Estado Democrática, dirigida por Fernando Martínez, respondió casi de inmediato.

“Es duro, hay que estar preparado para encontrarse con un mesa llena de cráneos y otros huesos”

Las visitas se realizan a diario en grupos de tres familias, con un total de nueve personas. “Estas personas llevan años esperando entrar aquí e incluso la arquitectura les puede resultar agresiva. Los recibimos y les describimos primero lo que van a ver. Es duro, hay que estar preparado para encontrarse con un mesa llena de cráneos y otros huesos”, dice Miguel Ángel Estévez, que se refiere a un escenario de “seres humanos en situación indigna” amontonados en tres metros.

Para este psicólogo especializado en víctimas, “ahora se está dando dignidad a estas familias, en términos psicosociales”. Estévez trabajó en Colombia, con las madres que perdieron a sus hijos en el conflicto armado. “Allí tratábamos con las madres, aquí, en Cuelgamuros, con los nietos y los sobrinos nietos de las personas enterradas”.

“Un mar de muertos”

Algunas de las familias que visitaron el lunes Cuelgamuros forman parte del grupo de las 12 que ya han sido identificadas genéticamente y se ha podido entregar sus restos a las familias. Este próximo lunes una de las familias que visitará el Valle es la familia Lapeña, junto con el abogado Eduardo Ranz, que logró la primera sentencia judicial que autorizaba la exhumación de los hermanos Lapeña.

El pasado lunes visitó Cuelgamuros Fausto Canales, que ya tiene consigo a su padre. “Llevo desde el año 2000 luchando por recuperar sus restos. Él desapareció cuando yo tenía dos años. Mi padre pudo acariciarme pero yo a él no; ahora podré acariciarle, tocarle”, señaló el pasado año tras el hallazgo en una entrevista con Público

“Forman parte de mi familia”, señala la nieta de una víctima sobre los investigadores que identifican los restos

A ese grupo también pertenece Yolanda Meneses. Su abuelo era Rito Martín, un segador de Navalmoral de la Sierra (Ávila). Fue asesinado por falangistas en 1936 cuando trabajaba junto a otros compañeros en Fuente el Saúz (Ávila). Meneses comenzó la búsqueda de su familiar gracias a la mediación de una investigadora y del propio Fausto Canales. Ambos participaron en el acto público realizado el pasado 20 de agosto organizado por el Gobierno donde se le entregaron los restos mortales.

“Cuelgamuros me ha sorprendido, hace cuarenta años fui con mis padres y mis tíos, tenía con 11 años. Y mi abuelo estaba ahí, con tantos otros”, señala Yolanda Meneses a este medio tras su visita. Afirma que estaba “preparada” para la visita y alaba el papel de Paco Etxeberría y Lourdes Herrasti como investigadores. “Forman parte de mi familia”, dice.

Meneses muestra su “rabia” por la ralentización de los trabajos en Cuelgamuros debido a los diferentes recursos judiciales interpuestos. “Lo que más me impactó fue que aquello es un mar de muertos”, destaca. Y se pregunta: “¿Cuántos familiares no saben que sus familiares están ahí? ¿Cuántos creen que están en una fosa o cuneta y los llevaron allí?”.

33.000 cuerpos enterrados

“Estoy en paz”, afirma Meneses tras la visita pese al sentimiento de que todavía “hay mucho que investigar y llegamos tarde”. Es consciente de las dificultades y de la suerte que han tenido en su caso concreto. “Era encontrar una aguja en un pajar. Como sociedad tenemos mucho que reflexionar y dar la batalla narrativa”, concluye.

Precisamente entre las funciones de los dos psicólogos adscritos al grupo forense que trabaja en las exhumaciones en Cuelgamuros está la de explicar a las familias que “quizá nunca recuperen los restos de sus seres queridos”, dice Miguel Ángel Estévez. “Les ayudamos a tomar conciencia de la realidad, son 33.000 cuerpos enterrados en las criptas. Podría ocurrir que no se pudiera localizar a su familiar”.

Hay quienes todavía se encuentran en el proceso de poder sacar los restos de sus familiares aunque ya se haya identificado que están en Cuelgamuros. Es el caso de Jasone Aretxabaleta, que también visitó el lugar el pasado lunes. Su tío se llamaba Alesander Aretxabaleta y su historia es más compleja.

Al padre y al tío de Alesander los detuvieron los falangistas en 1937. Al tío de Jasone le convencieron con 17 años para que se alistara en los tropas franquistas porque le dijeron que así soltarían a su padre. Eso no se cumplió. Alesander murió en una batalla en 1939, sin haber cumplido 19 años todavía. Sus restos fueron trasladado al cementerio de su localidad natal, Marquina-Jeméin (Bizkaia).

Pero en 2019, cuando desde Patrimonio Nacional y Gogora (Instituto de Memoria Vasco) se elaboraron las listas de personas que había en Cuelgamuros, el nombre de Alesander estaba presente. “Nos quedamos sin dar crédito. Como ocurrió con otros muchos se llevaron el cadáver sin ningún permiso, solo el de los fascistas. No estábamos buscando, de repente apareció”, afirma Jasone Aretxabaleta.

Jasone reconoce el “impacto” y seguir todavía con “un nudo en el estómago” un día después de estar en Cuelgamuros

“No sé cómo los médicos forenses pueden mantener ese ánimo y esa capacidad de trabajo. Porque es desmoralizador, siempre ganan los mismos, siempre logran fastidiar y pasar por encima de los derechos de todos. Lo único que pido es que se retiren los restos de ahí y se retire su nombre”, afirma. Sobre la visita en sí, Jasone reconoce el “impacto” y seguir todavía con “un nudo en el estómago” un día después de estar en Cuelgamuros.

“Es un amasijo de restos y cajas. Pensar que eso fueron personas con familias y les llevaron los restos en contra de su voluntad. Me parece injusto y salvaje, te roban la vida, la muerte y la dignidad. Solo pido que nos devuelvan los restos de nuestros familiares, que devuelvan la dignidad y la paz a la familia”, relata.

“Solamente llegar a aquel sitio resultó duro. Me daba miedo. Te sientes muy arropado y me pareció todo un detalle. Estaba muy pesimista e impactada, siempre hago muchas preguntas pero el lunes no podía prácticamente hablar, el psicólogo estuvo muy pendiente de mí. Me resultó muy duro”, concluye Jasone.

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